A vueltas con una entrada de reseñas de cuentos clásicos, que me gustaría hacer una al mes. La verdad es que adquirir la mayoría de libros de la recién terminada colección Historias Maravillosas fue un acierto. Me permite hacer este tipo de entradas, que es un formato rápido y me está gustando leer las versiones originales de las historias que conozco desde niña, aunque esta vez, a diferencia de las anteriores, sólo voy a hablar de dos relatos, que me he enrollado de más.
Dado que vengo de leer El Conde de Montecristo, me pareció oportuno quedarme en Francia con otro de sus célebres autores. Así, hoy le dedico una primera entrada a Charles Perrault (1628-1703), escritor cuyos cuentos van acompañados de alguna moraleja dirigida, sobre todo, a chicas jóvenes.
Caperucita Roja
La niña más bonita del pueblo recibió de su abuela una capa roja con capucha por lo que todo el mundo empezó a llamarla Caperucita Roja. Un día que la anciana estaba enferma, la madre de Caperucita la envió con una cesta para que viese cómo se encontraba. La ingenua niña se cruzó con un lobo en el bosque al que le dijo dónde iba y éste trazó un plan para saciar su hambre.
Quizás éste sea el cuento más conocido de Perrault y todo el mundo sabe cuál es la moraleja que se desprende de él. Aun así, me ha dejado totalmente en shock que en su versión original el lobo le dice a la niña que se meta en la cama y ella lo hace tras desnudarse. Si la moraleja que en general es conocida (o la que yo creía que tenía) se refiere más a que las niñas pequeñas no deben hablar con desconocidos, sin más, la original se dirige a chicas jóvenes para que no se dejen engatusar por los "lobos" en alusiones claramente sexuales. Mucho se podría divagar a partir de aquí porque en la moraleja que escribe al final dice: "Y cuando digo el lobo me refiero a todos los diversos lobos, pues los hay de un carácter excelente, pacíficos, sin hiel y sin irritación, que en confianza son complacientes y dulces y siguen a las jovencitas hasta sus casas y hasta sus alcobas. Pero ¡ay! ¿Quién ignora que estos lobos melosos son los más peligrosos?". No puedo evitar pensar en que esto se podría trasladar a ideas presentes como advertencia contra los conocidos como "nice guys", los chicos en apariencia buenos, pero que son lobos con piel de cordero. También podría ponerme a divagar si todo esto no tiene cierto enfoque de culpabilizar a la víctima que por tonta o ingenua ha caído en las garras del lobo. No deja de ser un enfoque muy parecido al que se sigue haciendo hoy en día en las campañas dirigidas a las mujeres y, al final, si te pasa algo, es que no seguiste las advertencias.
Por lo demás, el cuento es extremadamente breve, apenas cuatro carillas, dos hojas por delante y por detrás. Esta brevedad ya indica que no hay espacio para que exista la figura del leñador que acaba salvando a abuela y nieta, por lo que el final es puramente macabro. Me ha sorprendido porque tenía entendido que los cuentos de este autor no eran tan oscuros como los de los Hermanos Grimm.
La Cenicienta
Un gentilhombre se vuelve a casar en segundas nupcias con una mujer con dos hijas, las tres con muy mal carácter. Este caballero, que ya tenía una hija preciosa y bondadosa, no hace nada cuando su nueva familia la convierte en una criada llamándola Cenicienta.
En la primera entrada que dediqué a los cuentos de los Hermanos Grimm (aquí) comenté que me había sorprendido que Perrault también tuviese su versión de esta historia y sentí mucha curiosidad por las diferencias que podría haber. Por un lado, la difunta madre de Cenicienta no tiene ninguna relevancia en esta versión mientras que en aquella, toda la magia parecía girar alrededor de su tumba. Aquí la componente fantástica la tenemos en la famosa hada madrina. Luego, el punto oscuro y macabro del desenlace del cuento de los Grimm no está aquí, que finaliza de manera mucho más amable con las dos hermanastras que piden perdón y se redimen. De similitudes, además de la trama general, le puedo poner la misma pega crítica con el padre que deja que maltraten a su hija. No me voy a repetir, en esa entrada tenéis mi reflexión.
Ya he comentado que este autor escribe una moraleja por cada una de sus historias. Pues para éste escribe dos, no sé si será algo que se repetirá en sucesivos cuentos que lea. Por un lado pone en valor, por encima de la belleza, la gracia y la bondad. Sin embargo, no deja de tener su punto irónico que, en la segunda, diga que se puede tener todo eso y más talentos, como ingenio, pero que de poco servirán si no se tienen madrinas y o padrinos. Qué vigente sigue siendo esto...
En cuanto a la adaptación de Disney, ésta se basa casi por completo en la versión de Perrault que tiene todos los elementos que conocemos: la carroza hecha con una calabaza, los caballos son ratones, el zapato de cristal, la hora límite a las doce de la noche... No deja de resultarme curioso que siendo la versión del escritor francés (1697) previa a los hermanos alemanes (1812), su versión sea más redonda y sea la que más ha trascendido. Cabría suponer que las historias las fuesen depurando y aquella me pareció que caía en un exceso de repeticiones y le faltaba encanto. Imagino que por la diferencia del relato en las tradiciones orales de uno y otro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y tú qué opinas? =D