Después del parón que he tenido que hacer porque servidora ha probado suerte en unas oposiciones y estas últimas semanas han sido un intenso arreón final, parece que por fin voy a poder retomar el ritmo del blog, volver a tener algo de tiempo para leer y ver series... Parece.
Hoy continúo con el segundo de la trilogía de Cazadores de sombras: Los orígenes. Si no habéis leído mi opinión del primero, os enlazo la reseña de Ángel mecánico. Aviso de que no haré destripes de Príncipe mecánico, pero, para poder hablar en condiciones, sí que se van a colar cosas importantes referentes al anterior desde el mismo argumento.
Argumento
La situación en el Instituto de Londres nunca había sido tan precaria para su directora, Charlotte Branwell. El Enclave atacó la base del vampiro De Quincy, matándolo a él y a sus seguidores porque creían que era el llamado "Magister" que estaba detrás del Club Pandemonium y unos peligrosos autómatas. Sin embargo, todo fue un error y, aunque el vampiro no era trigo limpio y era un traidor a los acuerdos entre nefilim y subterráneos, no era a quien buscaban. Nate, el hermano de Tessa, les había engañado, era un fiel servidor del Magister, el mundano Alex Mortmain, quien parece decidido a acabar con todos los cazadores de sombras. Atacó el Instituto, acabando con dos de sus fieles sirvientes, y se llevó la Pyxis, un poderoso artefacto capaz de contener demonios. Al menos, no se pudo llevar a Tessa cuyo poder de transformarse en cualquier persona, viva o muerta, ansía más que nada. Este balance tan negativo es una losa en el futuro de la joven directora que no supo ver los engaños y traiciones de unos y otros. Ahora debe enfrentarse a una dura prueba impuesta por el Cónsul Wayland: tiene dos semanas para dar con Mortmain o su puesto pasará a Benedict Lightwood, un hombre ávido de poder y carente de escrúpulos con una inquina no disimulada por ella y su familia.
Con la esperanza de salvar a Charlotte y al Instituto, Will, Jem y Tessa se proponen desentrañar los secretos del pasado de Mortmain… y descubren inquietantes conexiones con los cazadores de sombras que son la clave de las motivaciones del enemigo.
Reseña
Tengo que decir, para empezar, que el libro lo terminé hace ya varias semanas pero no quise perder unas horas valiosísimas de repaso por ponerme a hacer la reseña, que siempre se lleva un buen rato, incluso cuando tengo bastante claro lo que quiero contar. La cosa es que, con este tiempo pasado y lo cargadas que he tenido las neuronas, le he dado una relectura en diagonal un poco para refrescarme la memoria y muy contenta de cómo han ido encajando las piezas de la trama.
Como libro intermedio de la trilogía, cumple a la perfección su papel de "nudo". Aunque se descubren cosas muy importantes, la trama se sigue enredando y los grandes misterios siguen pendientes de respuesta. Aquí una primera pega porque realmente falta avance en el libro. Creo que se han quedado todos los grandes interrogantes para el tercero y último y que va a ser demasiado, se podrían haber aprovechado las páginas de éste en contar alguna cosa más pues se dan muchas vueltas y realmente los avances son contados. Sin embargo, sí que ha habido algo que se resuelve por completo en este libro y es la historia de Will Herondale.
Quien era el "Jace" victoriano de esta saga cobra entidad propia y mayor trasfondo. Era previsible que iba a tener una explicación a su actitud de capullo integral. La cuestión es si ésta sería lo bastante sólida y creíble y sí, a mi entender lo es. Es una historia triste que lo justifica todo. Nos la cuenta relativamente pronto en este libro a través de un diálogo con Magnus Bane, lo que aclara todo el misterio, pero no se termina de resolver hasta el final. Una resolución agridulce, debo decir. Se esperaba épica, una batalla y que todo tuviese su sentido, pero se resuelve de una manera amarga que habla de la ingenuidad de un niño asustado. Quien lo haya leído me entenderá. De todos modos, me pregunto si en el tercer libro se sabrá por qué el origen de todo el problema, la Pyxis, estaba donde estaba porque no tiene mucho sentido.
Luego, había dicho que Jem Castairs no pintaba nada como vértice de un triángulo amoroso que no iba a ir a ningún lado y me equivocaba. El papel que tiene en este libro supera lo que había esperado y hace que el desenlace de la historia pueda no ser el que se esperaría.
El tema romántico se vuelve bastante intenso en su recta final y me hace preguntarme cómo lo resolverá la autora para llegar al final que, de todos modos, sabemos que va a llegar... aunque ahora mismo no lo tengo tan claro como cuando acabé el primero. Es de los triángulos amorosos que más complicada resolución le veo.
Respecto a esto, cabe decir que "la culpa" es de Tessa en gran medida. No obstante, a pesar de lo que he dicho, no la culpo. Se había sentido atraída desde el principio por Will y él le aplastó el corazón de una forma muy cruel al final del primer libro. En cambio, con Jem, había empezado a forjar una amistad que se va volviendo más sólida durante este libro y acaba dando paso a algo más. Es de los pocos triángulos amorosos que me he cruzado (y ya van muchos entre libros y mangas) en que me creo que tenga el corazón dividido. Es evidente que por Will siente más pasión, pero por Jem hay un cariño y un deseo de hacerle feliz que también resulta creíble.
Por su parte, el papel de Jessamine me ha sorprendido muchísimo. Con lo orgullosa que es, no esperaba que fuese a caer en la trampa que le tienden, pero tiene su sentido. Aparte de orgullo, es una chica tan deseosa de una vida normal que haría cualquier cosa por ello, cegándose a lo evidente. Sin duda, un personaje mucho más interesante de lo que esperaba.
Y siguiendo con los personajes más secundarios, Sophie, la criada, también tiene muy buenos momentos e incluso desarrolla su propia y bonita historia que espero que tenga final feliz en el desenlace. También profundizamos en Charlotte y Henry y hasta ellos tienen unos momentos muy bonitos de pareja.
No obstante, toca poner algunas pegas. La primera es que se mantiene, como en el primer libro, lo fuera de contexto de la época victoriana de muchas de las situaciones y actitudes de los personajes. La excusa de que los cazadores de sombras son más abiertos y "modernos" no se puede estirar tanto. Luego, el malo de la historia, Mortmain, está desaparecido y sólo vemos a algunos de sus "títeres". También mencionar ciertas incongruencias como pensar que cierto personaje va a caer dos veces en el mismo engaño de una nota falsa, ¿nadie pensó en el pequeño detalle de que no colaría? Que igualmente se podría haber dado el encuentro sabiendo esto, pero al menos que no queden como idiotas por no verlo venir.
En definitiva, un libro que mejora mucho mi impresión del primero. El mayor problema que le veo es que hay pocos avances en la trama para dejar espacio a la parte romántica y a la historia de Will. En ese sentido, el anterior estaba más compensado.
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