Sigo con el especial por el 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, para variar, traigo un anime, la mítica película de 1988 del Estudio Ghibli dirigida por Isao Takahata que aún no me había atrevido a ver por su fama de convertir al más insensible en una fuente de lágrimas. Este especial me daba la excusa perfecta para lanzarme de una vez.
Antes de pasar a la reseña tengo que hacer un aviso doble. Primero, dados los años que tiene, voy a hablar de ella haciendo destripes sin ocultarlos. Segundo, no me ha gustado lo que esperaba y si sois muy fans de la misma, quizás es mejor que no leáis mi reseña.
En la estación de tren de Sannomiya, poco después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, Seita, un adolescente indigente, agoniza mientras sostiene en sus manos una vieja lata de caramelos. Tras producirse su fallecimiento, un encargado de la limpieza de la estación descubre la lata y siguiendo la recomendación de otro trabajador, la tira al exterior, donde se abre. El espíritu de Seita se encuentra con el de su hermana pequeña, Setsuko, que sale de la lata, pues este recipiente había sido usado como triste urna funeraria. Ambos espíritus comienzan a viajar por los lugares en los que vivieron recordando los sucesos anteriores a su muerte.
Reseña
Haber escapado a la mayoría de los destripes todos estos años me hizo tener la idea de que si bien Setsuko no sobrevivía en la historia, sí que lo hacía su hermano Seita. En mi mente, la trama iba por otros derroteros lo que, sumado a las altas expectativas, supongo que explica mi decepción con la película.
El demoledor inicio de la película te lleva inevitablemente a preguntarte cómo llegaron ambos a dicho destino tan cruel. Supongo que por carteles de la película, trailers y alguna escena que habré visto recortada, tenía en mente que los bombardeos serían la causa directa, que sería la guerra como tal la que se llevaría la vida de la pequeña. Sin embargo, esto no es así, son sus consecuencias en forma de hambre, miseria y deshumanización. Pero, también, y aquí lo que mayormente me ha fastidiado la película, por estupidez de su protagonista, Seita. El chico va tomando las peores decisiones posibles en cada disyuntiva que se le presenta. Al final acaba siendo "crónica de una muerte anunciada" pero no por el inicio de la película, sino por el rumbo que toma. Así que una película pensada para emocionar y desgarrarte el alma, a mí me ha producido más bien cabreo.
Luego, en lugar destacado, tenemos a la tía de los chicos que los acoge temporalmente, una mujer que se ha endurecido y es incapaz de sentir empatía o pena por ellos, pero que me parece el blanco fácil como villana de la historia a pesar de tener razón en al menos una parte de lo que dice (Seita ni se molesta en ayudar a limpiar los cacharros de cocina o platos, cuando empieza a faltar comida no se ofrece a buscar algún trabajo con el que ganar algo de dinero para colaborar, Setsuko llora desconsoladamente de madrugada cada noche e impide dormir a la familia agotada de trabajar...). Sí, la mujer les da menos comida (y eso que parte se compra al vender los kimonos buenos de la madre de los chicos), es borde y nada cariñosa, pero les daba un techo, aseo y alimento. De haberle dedicado algo más de espacio habría sido un personaje gris muy interesante.
Después, de menor peso tenemos un médico insensible, algo que se entiende si imaginamos que verá varios casos similares cada día. No hay ser humano que ante la impotencia por no poder hacer algo y la necesidad de seguir adelante no se cree una coraza impermeable al sufrimiento. Le siguen un agricultor rabioso por los robos de Seita o los mismos empleados de la estación en que el chico acaba falleciendo. En conjunto tenemos unos adultos insensibles y egoístas, una sociedad deshumanizada, cruel y fría con unas criaturas desamparadas.
Por supuesto, entiendo que este cabreo que generan es intencionado, que busca remover consciencias y quizás hacer que te preguntes cómo actuarías dadas las circunstancias: ¿también dejarías a unos niños desamparados? Tristemente, me parece un retrato bastante realista del horror de mundo en que vivimos y que se vivía entonces en un contexto de guerra. Aun así, otra parte de mí se revuelve contra esta idea y me parece excesivo el número de personajes crueles que se encuentran los hermanos. Sólo hay un hombre que le aconseja de buen corazón y sabiamente a Seita que regresen con su tía y dejen la fantasía de la independencia o no sobrevivirán, idea que por orgullo y/o inconsciencia desecha el joven con el previsible fatal desenlace, lo que me devuelve a lo dicho en un párrafo anterior. Del mismo modo, otro punto de inflexión habría sido cuando el policía al que le lleva el agricultor le deja marchar sin consecuencias por los robos. Seita, magullado por la paliza del agricultor, sabe que ha tocado fondo y sigue sin aceptar volver con su tía. Todo esto me resulta forzado y poco creíble, todo para generar drama y lágrima fácil en el espectador. Si fuese un niño más pequeño, quizás se entendería, pero Seita tiene unos 13-14 años y sabe que su hermanita depende por completo de él al haber abandonado el hogar de su tía.
A pesar de lo dicho, no puedo negar que me ha emocionado en ciertos momentos, aunque sin llegar a sacarme ninguna lágrima. Desde que los espíritus de los protagonistas empiezan la parte de recuerdos tenemos una serie de situaciones terribles (el bombardeo inicial, el descubrimiento de la madre tan malherida que sabemos que no sobrevivirá o la famosa parte del entierro de las luciérnagas) con otros de alegría cotidiana (la escapada a la playa o la felicidad de una independencia inconsciente). Este contraste de situaciones es inevitable que nos vaya tocando el corazoncito. El problema es que esta especie de montaña rusa de momentos buenos y malos que se van sucediendo llega un punto que resulta demasiado, que la cosa se alarga de más sabiendo de antemano cuál va a ser el final y teniendo cada vez más claro cómo se va a llegar a él. No sé si llegaría a decir que aburre, pero sí que al menos a mí me perdió como espectadora.
Al final ha sido ver una especie de suicidio doble. De manera más o menos consciente, Seita deja morir a su hermana y luego se deja morir él porque se ven solos en un mundo horrible. Un mundo donde impera una ley de la selva por la que sólo los más fuertes sobreviven y Setsuko por edad y Seita por orgullo no son capaces de salir adelante. Curiosamente, es un orgullo el del protagonista lo bastante fuerte para no volver con su tía, pero no lo suficiente para impedirle robar. Sí, es desgarrador, pero quizás no de la manera que yo esperaba encontrar en lo que creía que era una película antibélica.
Entiendo perfectamente a la gente que dice que lloró a mares, a quienes dicen que son incapaces de volver a verla, porque la película está pensada para romperte por dentro. Sin embargo, no ha sido mi caso, quizás porque no ha tocado las teclas adecuadas para que conectase (soy hija única, no he perdido a mis padres, no soy madre...) o quizás porque las teclas que toca no han resonado conmigo por la forma de contar la historia desde el final y forzando el drama. Sí que me ha producido rabia y frustración y creo que esos sentimientos también los buscaba crear la película, aunque la mayoría se quedase con la parte más de llorera emotiva. Quizás mi problema es que esa rabia debería haber estado dirigida a la sociedad en su conjunto, pero los actos absurdos del protagonista me han hecho dirigirla más hacia él.
Para mí, la película habría ganado si Seita se comiese su orgullo, volviese con Setsuko ante su tía y ya que ésta estaba pintada de villana, que les rechazase. El protagonista habría tenido una evolución, el final habría sido el mismo, pero estaría justificado, y el auténtico desamparo sí que podría haberme emocionado.
En cuanto al visionado, cogí el BD de Selecta con la edición restaurada en DVD + BD por el 25º aniversario de la obra, así que para ser del año 1988, visualmente la he visto muy bien. Se notan los años en lo estático de los fondos, por ejemplo, pero aparte de eso, es todo lo visualmente bonita que puede ser cuando está contando lo que cuenta. Luego, opté por el audio en japonés con subtítulos pues temía (y por algunos comentarios parece que acerté) que especialmente la voz de Setsuko iba a ser insoportable. Sí que debo criticar lo horriblemente pobres que son los extras. Para ser una edición de aniversario habría esperado alguna entrevista, algo de contexto de la obra (que se basa en una novela corta, los trabajos previos de Ghibli... algo) y sólo hay un par de tristes fichas, una técnica y otra de dobladores. Claro, si quieres algo más, déjate 70€ en el pack coleccionista que ya sí te trae extras decentes y chorraditas varias para rellenar. Se te quitan las ganas de comprar anime legalmente...
Con todo lo dicho, película que merece ser vista al menos una vez. Inicio brutal y durísimo, escenas finales desgarradoras, pero casi todo lo intermedio es más bien exasperante y, al menos en mi caso, le quita la carga dramática a lo que sucede. A diferencia de la gran mayoría, yo sí digo que quizás me anime a volver a verla por si en un segundo visionado la parte emotiva consigue llegarme. La verdad es que me da pena que no haya sido así, esperaba ese shock emocional y me decepciona que no se haya producido.
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