sábado, 4 de diciembre de 2010

[Relatos] Dulce y triste melodía

Ya estamos en diciembre! Se acerca la Navidad!.... y se acercan los exámenes, entregas y demás mierdas. Un asco muy grande, así que no sé cuántas entradas va a haber este mes... preveo pocas XD

Bueno, una de esas pocas es este relato escrito durante estos días. Es bastante más largo que los anteriores y no tenía por objetivo ningún concurso, sólo lo escribí porque sí. No voy a daros pistas sobre de qué va ni nada, así que si sentís curiosidad, lo tendréis que leer =D (son unas 2 páginas y pico de word en letra decente, que tampoco es el Quijote XD)

Dulce y triste melodía

Había sido un día agotador en la universidad, así que al llegar tarde fui como todas las noches a mirar el correo y estar un rato en el ordenador. Me di una ducha rápida y después cenamos mis padres, mi hermanito y yo. Tras acabar, nos fuimos directamente a la cama, la única que se quedó un rato más levantada fue mi madre, que siempre le gustaba relajarse un rato frente a la pantalla, aunque eso le supusiese dormir un par de horas menos.

Me metí en la cama, cuando ya no tenía fuerzas para seguir de pie y enseguida el sueño me llevó. Sin embargo, el descanso fue breve, pues sólo tres horas después me despertó una dulce musiquita proveniente del móvil. Tan adormecida estaba que no me di cuenta que ese sonido no lo tenía, ni lo había escuchado nunca… o tal vez sí, en una ocasión lejana que procuraba por todos los medios olvidar…

Aún así, contesté, pues ni siquiera estaba realmente despierta. Al principio, todo silencio… ¿me lo estaba imaginando?

- ¡Hola! Buenas noches
- ¿Eh? ¿quién es?
- ¡Oh, claro! No sabes cómo suena mi voz, normal, nunca hemos hablado… aunque, bueno, eso es culpa tuya a fin de cuentas.
- ¿Qué?
- Vamos, piensa… ¿qué ocurrió hacia esta misma hora hace unos tres años?
- No… tú… no puede ser… ¿¡has salido del coma!?
- No puedo salir del coma, los milagros no existen… o tal vez sí, porque estoy hablando contigo, estando así. El caso es que, en alguna parte de mi mente convertida en vegetal, sé lo que me ha pasado, dónde estoy… todo. Pero no puedo salir de esta oscuridad que me rodea, voy a estar atrapada aquí hasta que muera por cualquier cosa: una infección, un fallo en aquello que me mantiene… cualquier cosa. Y sé que será muy pronto.
- Pero… estamos hablando… ¿o estoy soñando?
- No, querida, estás muy despierta. He conseguido ponerme en contacto contigo, no sé cómo, mis deseos de poder hablar con la persona que me ha dejado así, supongo.
- Yo…. No….

Y le colgué, estaba teniendo una pesadilla, no podía ser real aquello, pero era un sueño muy vívido, todo era demasiado tangible: el móvil, la textura de mi pijama, el daño que me hacía en la mano libre al cerrar con fuerza el puño…. Ya había tenido ese tipo de pesadillas hacía tiempo, creía que las había dejado atrás, que por fin había conseguido pasar página y empezar a rehacer mi vida…

- ¿Por qué me has colgado? Con lo que me ha costado comunicarme contigo… eso es de muy mala educación…

El móvil estaba cerrado.

Esas frases habían sonado directamente en mi cabeza.

Estaba helada, muerta de miedo, bloqueada como si me hubiesen pegado los pies al suelo. El corazón iba desbocado, notaba que la sangre pasaba disparada por las venas y arterias. Empecé a mirar a todos lados, tal vez me lo estaba imaginando… pero si no era así, si en algún momento veía una figura aparecer por la puerta de mi habitación, ya fuese un alien, Papa Noël o simplemente, mi madre, habría muerto al instante.


- Bueno, en vista de que no estás muy habladora esta noche, sólo quiero darte un mensaje. Me habría gustado conocerte más, pero no creo que tenga fuerzas para mantener esta agradable conversación contigo. Verás, entiendo que fue un accidente y te perdono por ello. Pero no es justo que me vaya yo sola ¿no? Es decir, sé que mi cuerpo está al límite, así que se acabó para mí… pero me da miedo irme sola, y creo que si alguien debe acompañarme, eres tú. Quién sabe, puede que si hay otro mundo, seamos amigas allí…
- ¡¡NO!!

Salí corriendo de mi habitación y fui directamente al salón. La televisión estaba encendida en el canal de las noticias, el último que ve mi madre antes de irse a dormir. Pero ella no estaba. Tampoco se encontraba en ninguno de los dos baños. La habitación de mis padres estaba desierta y hasta mi hermano había desaparecido.

Estaba completamente sola. Se habían esfumado y el pánico me tenía dominada. Tenía miedo por mí, pero también por ellos, me quedé helada de tan solo imaginar que les había perdido y las lágrimas empezaron a brotar. Lloré, les llamé, pero no había respuesta, la casa estaba vacía a excepción de mí misma…

- Por favor, dime dónde están.
- Te están esperando fuera. Si no te das prisa, se van a resfriar.

Corrí hacia la ventana del salón que daba a la calle. A la luz de las farolas vi tres figuras en pijama en mitad de la calzada. Estaban de pie, quietos, mirando hacia el infinito. No me lo pensé y salí disparada escaleras abajo, con el corazón martilleándome, un coche se los podía llevar en cualquier momento, a fin de cuentas, quién se imaginaría que habría tres personas paradas en mitad de una calle hacia las 4 de la mañana.

Una vez llegué abajo les empecé a gritar que saliesen de la calle, les llamaba, implorándoles que me hicieran caso, maldiciendo por el estado catatónico en el que se encontraban. Pero no me paré, seguí corriendo hasta llegar a un paso de donde estaban ellos… y entonces se esfumaron como el humo de un cigarrillo en el viento. Ni mi madre, ni mi padre, ni el enano estaban ahí todavía.

Confundida, me giré hacia la casa de nuevo y en la acera la vi. Una chica preciosa, rubia, de apenas un metro sesenta, con un delicado camisón blanco puro. Me miraba y sonreía, sus rasgos eran dulces y agradables. Tenía razón, posiblemente seríamos buenas amigas.

Una musiquita empezó a sonar y me di cuenta que tenía el móvil en la mano ¿lo había llegado a soltar? Pero ese sonido me rodeó y me llevó a aquel momento. Mis pies estaban clavados al suelo. No pude reaccionar cuando dos luces giraron demasiado rápido en la esquina e hicieron volar a mi cuerpo.

La escena se repetía a cámara lenta pero con los papeles cambiados. Yo caía. Alguien me había arrollado en mitad de la noche. Si la situación era como entonces, sería alguien que volvería cansado de trabajar, que se estaría durmiendo al volante y le fallaron los reflejos, alguien que no se imaginaba que una loca estuviese parada en mitad de la carretera mirando un móvil. Ese alguien pasaría a partir de ese momento varios años con el gran peso en la conciencia, le costaría superarlo, perdería muchas amistades y a alguien muy importante por el estado en que entraría. Sería un infierno, pero se acabaría sobreponiendo.

Dolió sólo un momento, el tiempo suficiente para saber que era incapaz de hacer pasar a otra persona por lo mismo. Si aquello se iba a convertir en una cadena, yo la rompería. Me iría en paz.

Mi cuerpo chocó contra el suelo unos metros más allá de donde había estado de pie. Para entonces, ya no estaba dentro, lo había abandonado. Aún así, sé que junto a éste, siguió sonando esa dulce y triste melodía.

FIN

Gracias por leer. Ahora os toca opinar =)

2 comentarios:

  1. Uff...Me ha dado un escalofrío al leer las últimas frases.
    Me ha gustado mucho ^^

    Nos leemos!

    ResponderEliminar
  2. woooo me dejo de O.O realmente nunca se me hubiera ocurrido, es muy bueno y me encanto :3 la verdad es que no, no me habria imaginado nunca de que iba el relato si no lo leia O.O

    bye byeee~~!!!

    ResponderEliminar

¿Y tú qué opinas? =D