sábado, 10 de septiembre de 2022

Ni por favor ni por favora, de María Martín Barranco

Hoy vengo con otra reseña que se sale de la ficción para hablar de feminismo. Curiosamente, el libro que reseñé hace unos días, Mujeres y poder, sale mencionado en éste de aquí y es que tratan temas muy relacionados. 

Si aquél hablaba de la voz de las mujeres y su presencia en círculos de poder, aquí la autora se centra en cómo (de mal) aparecemos representadas en el habla, más concretamente en nuestro idioma, el español.

En cuanto a la autora, tiene otro par de libros ya publicados (ficha editorial): Mujer tenías que ser y Punto en boca con los que ampliar lo que cuenta aquí. Por otro lado, la podéis seguir en su cuenta de Twitter y además colabora en el podcast de Radiojaputa que os recomiendo mucho.

Contenido

¿Cómo expresarnos de forma correcta, amena y comprensible sin discriminar a la mitad de la población? ¿Es nuestro lenguaje sexista? ¿Y las autoridades encargadas de darle esplendor?

“Los niños que terminen pueden ir al recreo”, dice la maestra. Julia se queda sentada en su pupitre, esperando su turno. “Fulanita, he dicho que podéis ir al recreo” y, como Julia permanece inmóvil, al final le explica que con “niños” se refiere también a las niñas. Horas más tarde, el profesor de gimnasia dice: “Los niños que quieran formar parte del equipo de fútbol que levanten la mano”. Julia alza la mano, decidida, a lo que el profesor, incómodo, reacciona: “He dicho los niños”. Julia, estupefacta, no entiende nada. “¿Pero no había dicho ‘los niños’?”. Y así, las mujeres, desde pequeñas, tienen que aprender a deducir cuándo están incluidas y cuándo no. Aunque la anécdota puede parecer divertida, en realidad no lo es. Desde antes de nacer se educa de modo distinto a unas y otros, se nombran de modo diferente, se naturaliza la diferencia cultural como resultado artificial de las diferencias biológicas. 

¿A qué nos referimos cuando hablamos de lenguaje inclusivo? ¿Es lo mismo que lenguaje “políticamente correcto” o no tiene nada que ver? ¿Cómo comunicarnos sin dejar fuera del discurso a la mitad de la población? ¿Cómo expresarnos de forma correcta, amena y comprensible sin discriminar a nadie? ¿Es nuestro lenguaje sexista? ¿Y las autoridades encargadas de darle esplendor? En este libro no encontrarás propuestas extremas ni definitivas, pero sí muchas herramientas para comenzar a utilizar el lenguaje inclusivo de forma sencilla, con multitud de ejemplos y mucho humor. Porque la solución está en la punta de la lengua.
 
Reseña

El "lenguaje inclusivo" es, quizás, el tema del feminismo más caricaturizado y ridiculizado. Seguro que os sonarán las polémicas por el "miembras" o el "portavoza". También las críticas a desdoblar continuamente las palabras (todos y todas) porque eso no es "economía del lenguaje". Con estas burlas se acaba ignorando la reivindicación más que justa de que las mujeres tenemos el derecho a ser nombradas, que el masculino genérico no es tal y que ni siquiera es coherente, como ya se ve en la anécdota de la niña en clase de arriba. La cuestión es que hay formas no "complicadas" de incluirnos en la ecuación sin que por ello lo que decimos o escribimos quede raro. Se podría decir que el libro va de eso pero, en realidad, trata de muchas más cosas.

Quizás su punto flojo esté precisamente en que no se cumplen las expectativas al respecto del subtítulo "Cómo hablar con lenguaje inclusivo sin que se note (demasiado)". Aunque durante el libro van cayendo algunos ejemplos no es hasta el capítulo final que realmente aporta un manual para su uso. Habría agradecido ampliar esto más, con más ejemplos tal vez, y algo más desarrollado. Pero es la única pega que le puedo sacar.

El resto del libro trata de muchos aspectos del lenguaje. Especial mención al machismo que desprende la RAE, mayoritariamente formada por hombres muy "señoros". Esto, la autora no lo dice por decir y da muestras sobradas de ello en el libro. Tanto por entrevistas que algunos de estos hombres ilustres han dado en diversos medios como al desgranar las acepciones de ciertas palabras del diccionario. Un ejemplo muy curioso (pero ni de lejos el más insultante que sale en el libro) sería "sombrero". ¿No os llama la atención algo de la segunda acepción?

Aparte de esto, el libro tiene un tono distendido, muy ameno e incluso se puede decir que divertido. Los apartados en que toca términos relacionados con el sexo y algunas de las partes de los órganos reproductores son para partirse. No me ha pillado de nuevas porque de esto se habló en el podcast arriba mencionado, pero si no lo habéis escuchado, seguro que os deja flipando y os saca alguna sonrisa o carcajada.

En resumen, un libro instructivo, que lo mismo te hace reír que te cabrea. Da para varias relecturas para asimilar todo lo que comenta y poder sacarle bien el jugo. Puede parecer una lucha menor la del lenguaje, pero al hablar damos forma a las ideas y, si lo que decimos está afectado ya por una concepción sexista, es difícil que las ideas no lo acaben estando. El lenguaje es político.

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