martes, 18 de julio de 2017

En la tierra del fuego, de Carla Federico

En los retos por categorías que estoy haciendo vi que había cierta (casi) coincidencia. Por un lado, para el Desafío Curioso se pide un libro con más de 666 páginas. Por otro lado, para el Lijmathon, uno de los puntos es leer un libro de más de 500 páginas. Dado que últimamente no tengo recuperado del todo el vicio lector, no me veía leyendo dos tochos de semejantes dimensiones en el mismo año (o tal vez sí, el tiempo y mis ganas dirán), así que opté por buscar un libro de mi gigantesca pila de pendientes que superara la cifra mayor. Por ese motivo así de simple es por el que hoy os traigo esta reseña, y es que tampoco tengo tantos libros en mis estanterías con tantas páginas. Por cierto, en concreto tiene 711 páginas.

La novela llegó junto a cierto boom por las obras de Sarah Lark (de la que tengo varios libros pendientes de leer) en un subgénero que se le conoce como "novelas de paisaje" (landscape). A diferencia de las sagas de aquella, Carla Federico escribió esta historia como un libro único, lo que siempre es de agradecer, si bien dejó una puerta abierta a una continuación que finalmente realizó pero que no se ha llegado a publicar en español. 

Argumento

1852. En el puerto de Hamburgo concurren numerosas familias que están a punto de embarcar en el Herman III para poner rumbo a Chile. La mayoría busca un futuro mejor, persiguen la promesa de tener sus propias tierras y prosperar con esfuerzo y tesón. Saben que será un futuro difícil pero es mucho más prometedor que lo que dejan atrás. 

La familia Von Graberg está formado por la joven Elisa, su padre Richard y Annelie, su madrastra, a la que no logra apreciar pues su madre, con quien realmente deseaba realizar ese viaje, apenas lleva un año muerta. Éstos, que se han podido permitir tener un camarote propio, tendrán de vecinos a los Suckow, el pastor Zacharias, contrario a ir a esas tierras salvajes, y su sobrino, Cornelius, joven que guarda numerosos recuerdos dolorosos.

El grupo más numeroso es la familia Steiner, formada por el matrimonio de Jakob y Christine, sus tres hijos Fritz, Lukas y Poldi, y sus tres hijas, Christl, Lenerl y Katherl. Junto a ellos viajará Jule Eiderstett, quien despertará numerosas habladurías por viajar sola y será desde el primer momento en que se encuentran la mayor amiga-enemiga de Christine. También compartirán espacio con la familia Mielhahn en la que Lambert, un hombre violento tiene por costumbre golpear a su esposa Emma y a sus hijos Viktor y Greta.

Reseña

La extensión de la obra da para hablar de muchas cosas largo y tendido. Empezando por lo más objetivo, para que os hagáis una idea, ésta se divide en varias partes (libros) con importantes saltos temporales entre ellas e incluso dentro de cada parte. Así, la historia abarca desde 1852 hasta 1880. Se agradece que haya recurrido a esto para centrarse en las etapas principales de las vidas de estos colonos. Además no nos perdemos nada porque de una manera u otra acaba resumiendo cómo se desarrolla la vida en esos lapsos temporales que se omiten. Por ejemplo, el libro segundo acaba en 1856 y el tercero empieza en 1863.

Visto ya el marco temporal, hablemos del espacial. Y es que estando en una "novela de paisaje", el entorno tiene una gran importancia. Por cierto, el libro incluye un par de mapas de la zona de Chile al inicio, uno general y otro que hace zoom en la zona donde se asientan. La autora describe de maravilla el entorno y no es difícil imaginar las selvas, el lago o las montañas que sirven de telón de fondo. Podemos ver la dificultad de estas personas en su lucha contra la naturaleza para hacer hueco a sus cultivos con toda la crudeza y el empeño que necesitaron para salir adelante. El fango en que muchas veces se tienen que mover acaba siendo tan real que parece que seas tú quien lo está pisando.

Pero pasemos a lo interesante. La historia, basada en la colonización histórica y real, no se limita a hablar de cómo fue ese proceso sino que nos presenta a un elenco muy variado de personajes bastante bien construidos, aunque quizás pequen de ser demasiado simples. En este sentido, los pocos malos que hay son muy malos y muy clichés con patas y los buenos son muy buenos aunque guarden alguna sorpresa en su desarrollo. Del elenco me quedo con Jule, que es una mujer fuerte, directa y muy sabia aunque quizás peque de ser demasiado borde a veces, pero es maravillosa. En el bando contrario, Lambert es odioso y es la muestra de cómo un maltratador puede hacer daño incluso cuando desaparece de escena, por las secuelas que deja.

Aunque la cantidad de personajes que hay forman un relato coral, el protagonismo se lo llevan Elisa y Cornelius. El romance entre ellos con sus idas y venidas es lo que sirve de hilo conductor. Pero no estamos ante una novela romántica histórica al uso, primero porque hay más personajes que tienen su papel y segundo porque el clásico final feliz no es tal como el que se espera de estas novelas y resulta un tanto agridulce.

La trama es entretenida y engancha desde el principio sin, al menos en mi caso, hacerse pesada aún con su extensión en ningún momento. Sin embargo, no es perfecta. Llega a pecar de caer en cierto tono de telenovela barata con enredos, gente que se entromete y confusiones varias que acaban cansando. Por poner un ejemplo gráfico: en la novela se escriben dos cartas de importancia y ninguna llega a manos de su respectivo destinatario, al menos no a tiempo de evitar ciertos problemas. En ambos casos por egoísmo y por intromisiones de terceros.

Por otro lado, aunque se plantea la problemática de la colonización y sus consecuencias terribles para los pueblos indígenas, esta crítica adquiere muy poco peso y los mapuches tienen un peso mínimo en la trama. En una nota final la autora decía que quería dedicarle un libro a Quidel, el único que cobra cierto protagonismo, pero hasta donde yo sé, no lo ha escrito.

Con todo, está claro que el foco lo puso en la experiencia de los colonos y, críticas al proceso histórico aparte, la autora lo refleja con toda su crudeza y dificultad: compatriotas aprovechados, la lucha contra la naturaleza, los conflictos con los indígenas, hambrunas y muertes. No, no fue un paseo por el campo lo que vivieron estas personas en la realidad y en la ficción. Empatizar con su dolor y sus problemas pero también sus logros es inevitable y de lo mejor de la novela.

Podría seguir divagando pues la novela es extensa y da pie a muchos temas: la relación entre los colonos, el crecimiento de la comunidad, las rencillas, los lazos que se tejen, etcétera. Me ha gustado mucho aún con las pegas que menciono. Si queréis probar con este subgénero de novelas de paisaje, quizás no sea la mejor, pero a mí me ha servido para querer probar más historias así de fascinantes en que la lucha de un grupo de personas frente a las adversidades marcó una época.

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