lunes, 30 de noviembre de 2020

I·O·N, de Arina Tanemura

Como llevo comentando en mis últimas reseñas, sigo con la relectura de aquellos primeros tomos shôjo que Planeta nos trajo. Carecían de sobrecubiertas y la edición no era nada del otro mundo pero yo sigo reivindicando que eran ediciones más que aceptables. Eso sí, si Caramel diary y Random Walk estaban a 5,95€, se nota que este tomo salió algo después porque costaba 6,95€ y, la verdad, a este precio ya sí que tocaba que saliera con unas sobrecubiertas (por el mismo precio, ese año, salió El juguete de los niños que sí las incluye).

Argumento

Ion Tsubaragi tiene un pequeño hechizo personal: piensa en algo que quiere que se cumpla, deletrea su nombre mentalmente y se hace realidad. Por ejemplo, esto le sirve cuando quiere huir del pesado del Presidente del Consejo de Estudiantes, Kouki Shiraishi, que está loco por ella. Por muy guapo que sea, la chica tiene claro que se enamorará de alguien que persiga sus sueños.

Un día, mientras escapaba de su admirador, es ocultada por Mikado Horai, Presidente del Club de Investigación de Poderes Psíquicos que tampoco parece tener una buena relación con aquél. A Ion le sorprende la pasión que siente el chico por este tema y la sonrisa que pone al hablar de ello, algo que hace que su corazón se acelere. Sin embargo, cuando la chica entra en contacto con un extraño cristal, un experimento de Mikado, algo sucede en ella y descubre que puede volar y hacer cosas increíbles muy alejadas de los pequeños hechizos que realizaba y que se podía decir que eran sólo producto de la buena suerte. Esto despierta el interés del chico en ella pero sólo como sujeto de investigación ¿Podrá Mikado ver en ella algo más?

Reseña

Debo confesar que, de las relecturas que llevo hasta el momento de esta tanda, ésta es la obra que menos me ha convencido. Tenía un recuerdo muy vago pero bastante bueno del tomo y ahora, aunque no lo voy a calificar de malo, la cosa ha bajado algo al verlo con una mirada más adulta.

Para empezar, hay que hacer constar que se trata de la primera serie "larga" de la autora después de las historias cortas recopiladas en ¡Qué difícil es ser una chica! (curiosamente, en Japón, I·O·N salió antes que el recopilatorio a pesar de ser posterior). Lo pongo entre comillas pero sólo son seis capítulos los que forman este tomo único. Esto debe explicar los agujeros de guión y los elementos dudosos de la trama, aunque no los justifica. Por poner un ejemplo, cuando sabemos de dónde sacó la información Mikado para hacer el cristal especial ¿cómo llegó a él? No se explica y no tiene más trascendencia a pesar de lo relevante que podría haber sido. Tenía muchas posibilidades para profundizar en la trama de los cristales, su origen y su creación así como en la de personas con poderes. El manga se centra más en la trama romántica y deja sin profundización, ni desarrollo, ni explicación la temática más fantástica.

Al margen de esos agujeros, lo cierto es que las dinámicas románticas de esta serie me han hecho torcer un poco el gesto. Lo de Kouki, aunque planteado desde un punto de vista cómico, es puro acoso de un chico que no acepta una negativa e insiste incluso persiguiendo a Ion por todo el instituto. También decir que el romance de Ion se basa en un flechazo muy flojo que, para colmo, con todo eso de que Mikado sólo la vea como un "experimento con patas", me mosquea que ella misma no se cabree por no reconocerla como una persona. Realmente todo el tomo se basa en que Mikado se dé cuenta de que es una chica, no un sujeto de estudio y es un tanto... exasperante.

Aún como obra todavía primeriza, ya tenemos gotitas de lo que en series posteriores desarrollaría mejor: el romance con dosis de drama, los elementos fantásticos, el humor tan especial que tiene y, sobre todo, el dibujo tan característico. En esta obra todo está bastante verde y le falta pulirse pero para fans resulta un imprescindible.


Por otro lado, la obra también desaprovecha bastante a los secundarios. Las amigas de Ion, Kyo y Manami (quien, no sé por qué, la autora siempre la dibuja como llorando) que parecían tener su rol al principio, son cada vez más ignoradas. Lo mismo pasa con Kouki, que como vértice del triángulo amoroso tenía un potencial totalmente desperdiciado (ignorando el enfoque tan dudoso que ya he comentado antes). En cambio, una rival que aparece en el tercer capítulo sí que tiene una interesante evolución, aunque algo precipitada. Como curiosidad decir que esta chica, Ai Minase, toma el nombre y su diseño está inspirado en una amiga de Arina Tanemura, también mangaka, de quien tenemos aquí un par de series: Mi profe y yo y Namida Usagi (ambas publicadas por Ivrea).

Como decía, es un tomo único para fans de la autora para conocer su primera serie. Tiene cosas que a estas alturas ya no me convencen pero lo cierto es que me sigue pareciendo una historia mona y entretenida, con potencial para haberla extendido más, aunque funciona bien como tomo único.

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