Todo el mundo está ahora con reseñas de Te daría el mundo, la más reciente novela de la autora (que ya tengo en mi poder y podréis ver en la siguiente tanda de adquisiciones) y yo, al fin, me he animado con la que le dio fama hace unos añitos. De hecho, tras el inciso del clásico que llevaba en mi casa prácticamente toda mi vida, vuelvo a empezar la ronda de un libro de cada año para leer. Ya sabéis, eso que me he planteado para reducir la lista de libros a raíz de la estadística lectora que me hizo llevarme las manos a la cabeza. Y es que éste llevaba en mi casa desde 2010, ahí es nada.
Argumento
Lennie Walker, de diecisiete años, lectora empedernida (sobre todo de Cumbres Borrascosas, 23 veces) y fanática de la música, es segundo clarinete de la banda de su instituto. Vive feliz y sin contratiempos con su tío Big, su abuela Abu y a la sombra de Bailey, su impetuosa hermana mayor. Pero cuando Bailey muere repentinamente, Lennie se convierte en protagonista de su propia vida... Y, aunque nunca había salido con ningún chico, de pronto se encuentra intentando compatibilizar a dos.
Toby era el novio de Baile y es la única persona que Lennie cree que realmente entiende el dolor que siente. Joe es el chico nuevo del pueblo, acaba de llegar de París y su sonrisa casi mágica sólo puede compararse con su talento musical. Para Lennie son el sol y la luna: uno la saca de su pesar mientras el otro le ofrece consuelo. Aunque, al igual que los propios cuerpos celestes, si llegan a chocar estallará el mundo entero.
Reseña
A primera vista, con el argumento, la historia parece de una frivolidad alarmante: un triángulo amoroso alrededor de una protagonista cuya hermana lleva muerta un mes, siendo uno de los chicos el novio de aquella. Parece que se busca el morbo por el morbo. Cuando empecé a leer sin recordar de lo que iba (después de varios años en mis estantería, normal XD) me asusté un poco y temí que fuese a ser un despropósito de novela. Pero no es así.
Para empezar, tenemos el evidente triángulo amoroso que se forma. Como dice el resumen, cada uno le aporta algo diferente a Lennie y los necesita a ambos. Esto es el hilo conductor de la novela que, dividida en dos partes, dedica la primera al mismo y la segunda, sabiendo quién es el chico "definitivo", a recuperarle (o no) tras el "choque planetario".
Si nos ponemos moralistas, está claro que la relación con Toby es poco "ética". No hace falta que se lo digan a la protagonista, la culpa la corroe, sabe que no está bien, pero lo necesita porque con él, el dolor es más llevadero. En cambio, Joe es un chico que le da un empujón para avanzar, para recuperar la ilusión. Con uno siente a su hermana más cerca y con el otro se aleja de ella. Son sentimientos complicados que la autora sabe transmitir, nos los creemos y nos emocionamos con ellos. Al final, puedo decir que es uno de los triángulos amorosos más duros, coherentes y profundos que he leído, y sabéis que es un recurso explotado hasta la saciedad.
Pero también es una historia de evolución personal. Len, la sombra de Bailey, la hermana pequeña que no ha sido nunca protagonista de su propia vida, ahora tiene el sol dándole directamente y debe empezar a crecer como las preciosas flores de su Abu. Su existencia monótona y tranquila se sacude al no tener ya su guía. Len empieza a vivir en toda la extensión de la palabra y con todo lo que ello conlleva, aciertos, errores y decisiones importantes.
Y no queda aquí la cosa. El último hilo argumental de la novela es la madre de ambas hermanas, una mujer que lleva desaparecida desde que las dejó con la abuela. Aquí se introduce un factor de ligero misterio que permite conocer más a la familia de Len y aporta nuevas e interesantes reflexiones. Así que, aunque de primeras parece que toda la novela giraba alrededor del triángulo amoroso, éste sólo es un elemento más.
Quizás, de lo mejor que tiene es que, aunque el drama podría haber sido el factor determinante, no lo es. La novela es una reflexión sobre el luto, el duelo, la pena por la pérdida de un ser querido, pero sin caer en lo lacrimógeno, en el melodrama. Hay un sufrimiento desgarrador en sus páginas, pero no ahoga a quien lo lee. Es una historia esperanzadora y emotiva, pero de manera sutil, delicada y elegante. Y esto en parte es gracias a una prosa preciosa que le da vida a las palabras. Éste es uno de esos libros que, lo abras por la página que sea, encontrarás una cita para enmarcar.
En cuanto a los personajes, a su manera, todos enamoran. Con Len es fácil empatizar y los dos chicos son fantásticos, quizás hasta demasiado perfectos y maravillosos. En cuanto a los secundarios, Abu y Big son unos excéntricos muy especiales que os encantará conocer, junto con Sarah, la mejor amiga de Len. La única que sobra y queda muy plana en la trama es Rachel, que cumple el manido tópico de arpía malvada.
Por concluir ya, porque no me veo capaz de expresar todo lo que tiene de maravillosa esta historia por más que me extienda, sólo puedo decir que la leáis si, como yo, aún no lo habéis hecho. Es una delicia de lectura, una pequeña joya. Transmite muchos sentimientos e ideas que nos llevará a reflexionar de lo transcendente y lo cotidiano. Hay un sinfín de detalles preciosos que completan la trama global y que hacen que parezca una poesía en prosa. No puedo añadir más. Os enamorará.