Cambiamos de tercio para traer la reseña de Febrero de los Imprescindibles del año. Lo cierto es que, si hubiese mantenido el tipo de lecturas de las ediciones anteriores, tocaría un clásico español pero no me apetecía ninguno y, además, tenía pereza a la hora de coger algún libro de la lista. Espero que se me pase en próximos meses o se me hará cuesta arriba un reto que me ha dado muy buenas lecturas, ésta incluida.
Como no quería dejar el mes en blanco, simplemente decidí ir por el libro más pequeño de los que tenía a mano y diría que era éste (sin contar la introducción, con letra grandecita y tamaño de bolsillo, son unas 150 páginas). Además, pensando que rozaría la temática de la romántica/erótica adulta, era el que más me podría animar a su lectura. Pero vayamos por pasos, que hay mucho que andar. Y, como es una novela muy particular, será mejor que os hable de ella sin poneros un argumento.
Reseña
Antes de empezar la novela en sí, en mi edición, había una introducción muy interesante que explicaba aspectos tanto de la obra como de la autora, lo que me ayudó a prepararme a la lectura. Es necesario empezar diciendo que se trata de una semi-biografía. Haría falta conocer la vida de Marguerite Duras para saber dónde acaba la realidad y empieza la ficción. O viceversa. Quizás es algo que sólo ella podría separar.
Lo siguiente que parece necesario destacar es la forma de narrar, con varios aspectos que alejan esta novela de lo que la mayoría solemos encontrar. Para empezar, no hay división por capítulos, el relato es un continuo estructurado en párrafos, de mayor o menor extensión, separados por dobles espacios. Tampoco caben los diálogos como tales, no hay guiones, únicamente algunas frases que recupera la memoria de la autora/protagonista y traslada a la lectura. Otro aspecto destacable es que se narra tanto en primera persona como en tercera, como si se alejase o se acercase de la escena según una motivación que se me escapa. Y por último, la falta de la continuidad temporal de lo que cuenta. Resulta un relato que exige al lector su atención, que en ocasiones se pare y relea las últimas líneas porque de repente pasa de los recuerdos de una época a otra sin hacer notar ese salto. Cuando ya había mencionado la muerte de ciertos personajes, los vuelve a traer a colación, saltando de atrás hacia adelante en el tiempo. La novela se convierte así en una especie de puzzle mental que va encajando mejor según se avanza. Lo cierto es que agradezco la introducción de mi edición para no haber empezado totalmente perdida.
Y si en al forma, como veis, estamos ante una novela peculiar, en el contenido tampoco se queda atrás. Que no os engañe el título, El amante no es una historia erótica, si bien hay sexo, poco detallado para nuestra época, pero que causó escándalo cuando se publicó en 1984. Seguro que os suena eso de una novela (o trilogía *coffcoff*) que escandaliza más por lo que supuestamente cuenta que por lo que pasa en realidad.
La novela es el relato desordenado de la adolescencia de una joven y su relación con su familia. Pero no una familia con una relación idílica: son pobres. O al menos, están lejos del nivel de vida que imaginamos en unos colonos en la Indochina francesa (Vietnam). El hermano mayor es un ser despreciable, violento, que no hace más que acumular deudas. El hermano menor vive asustado por éste. Y a la madre la quieren lo mismo que la odian, con pistas de una locura incipiente en una mujer que tuvo una vida muy dura y bastante triste. En semejante ambiente, el amante de la protagonista a mí personalmente me ha parecido la puerta a su libertad del mismo modo que su necesidad de convertirse en escritora.
Entrando en el tema, supuestamente, principal de la novela, tenemos la relación prohibida. No sólo la protagonista es una chica blanca, de apenas quince años, que tiene una aventura durante año y medio con un joven chino, sino que se suma una diferencia de edad de once años entre ambos. Polémica servida, tanto por la edad como por el color de la piel. Ella dice que no lo ama, que se sintió atraída por su dinero y, luego, por el placer. Él, en cambio, dice estar perdidamente enamorado desde que la vio por primera vez, pero también la teme porque sabe lo prohibido que está su relación y lo mal que podría acabar. Aunque el final de su relación se conoce pronto, será en las últimas páginas donde se verá hasta dónde llegan los sentimientos de ambos.
Me he dado cuenta que, hasta ahora he hablado más de lo que cuenta y cómo lo cuenta que de mi impresión de la novela. Lo cierto es que tengo sentimientos encontrados, pero cuanto más tiempo pasa desde que cerré el libro, más me gusta. Es una historia que, seguro, ganará mucho con una relectura. La prosa de la autora, a pesar de caótica, es una delicia. Directa pero lírica. Sencilla pero compleja. Lo es todo al mismo tiempo.
Y si en al forma, como veis, estamos ante una novela peculiar, en el contenido tampoco se queda atrás. Que no os engañe el título, El amante no es una historia erótica, si bien hay sexo, poco detallado para nuestra época, pero que causó escándalo cuando se publicó en 1984. Seguro que os suena eso de una novela (o trilogía *coffcoff*) que escandaliza más por lo que supuestamente cuenta que por lo que pasa en realidad.
La novela es el relato desordenado de la adolescencia de una joven y su relación con su familia. Pero no una familia con una relación idílica: son pobres. O al menos, están lejos del nivel de vida que imaginamos en unos colonos en la Indochina francesa (Vietnam). El hermano mayor es un ser despreciable, violento, que no hace más que acumular deudas. El hermano menor vive asustado por éste. Y a la madre la quieren lo mismo que la odian, con pistas de una locura incipiente en una mujer que tuvo una vida muy dura y bastante triste. En semejante ambiente, el amante de la protagonista a mí personalmente me ha parecido la puerta a su libertad del mismo modo que su necesidad de convertirse en escritora.
Entrando en el tema, supuestamente, principal de la novela, tenemos la relación prohibida. No sólo la protagonista es una chica blanca, de apenas quince años, que tiene una aventura durante año y medio con un joven chino, sino que se suma una diferencia de edad de once años entre ambos. Polémica servida, tanto por la edad como por el color de la piel. Ella dice que no lo ama, que se sintió atraída por su dinero y, luego, por el placer. Él, en cambio, dice estar perdidamente enamorado desde que la vio por primera vez, pero también la teme porque sabe lo prohibido que está su relación y lo mal que podría acabar. Aunque el final de su relación se conoce pronto, será en las últimas páginas donde se verá hasta dónde llegan los sentimientos de ambos.
Me he dado cuenta que, hasta ahora he hablado más de lo que cuenta y cómo lo cuenta que de mi impresión de la novela. Lo cierto es que tengo sentimientos encontrados, pero cuanto más tiempo pasa desde que cerré el libro, más me gusta. Es una historia que, seguro, ganará mucho con una relectura. La prosa de la autora, a pesar de caótica, es una delicia. Directa pero lírica. Sencilla pero compleja. Lo es todo al mismo tiempo.
Sin embargo, no es una lectura fácil y accesible (a pesar de haber leído que, comparado con sus otras novelas, sí lo es). Tiene algunos pasajes que aún no sé que aportan al relato global, tal vez lo entienda en esa relectura que pienso darle algún día, y el desorden es tal que cuesta seguir el hilo. Será que para la lectura soy tradicionalista, pero estoy segura de que me habría llegado mucho más con un relato más normal de los hechos.
Sea como sea, El amante es una novela llena de matices, con una historia preciosa pero dura, con algunas imágenes maravillosas. Me va gustando más según pasa el tiempo y, si os veis capaces de enfrentaros a una narración diferente, le deberíais dar una oportunidad. O por lo menos, apuntad la novela en vuestra lista de futuros para cuando os sintáis listos para enfrentaros a ella. El esfuerzo merecerá la pena, es una pequeña joya.