viernes, 15 de septiembre de 2023

Te esperaré solo a ti, de Kristan Higgins

Sigo con la serie Blue Heron, esta saga de cinco libros ubicada en un pueblecito de viñedos del estado de Nueva York. Siendo el tercero, se puede decir que ya he superado el ecuador, así que sólo me quedan dos más. No obstante, el primero me gustó mucho, pero al segundo ya le vi algunos problemas y este tercero ha sido bastante más decepcionante. Vista la progresión descendente, no sé si terminaré la saga del tirón o la dejaré descansar un tiempo. En próximas entradas lo veremos, según escribo esto, no lo tengo nada claro.

Argumento

Colleen O'Rourke está rodeada por el amor... pero éste no termina de alcanzarla. La mayoría de las noches las pasa tras la barra del bar del que es copropietaria con su hermano mellizo, Connor. Allí da consejos a los corazones dolientes y hace de casamentera con gran éxito (hay varios bebés en el pueblo que llevan su nombre o versiones masculinas del mismo) mientras prepara cócteles y sigue soltera a pesar de su atractivo, su simpatía y su facilidad para ligar. Sin embargo, no ha encontrado a nadie que ocupe el lugar que dejó Lucas Campbell, su primer amor y el hombre que le rompió el corazón. También la dejó destrozada su padre, que abandonó a su madre por Gail, una mujer que sólo tiene cuatro años más que ella, con la que tuvo una hija, Savannah. Al menos, la pequeña es un encanto y sus dos hermanastros mayores la consienten  quizás de más.

Ya que la felicidad plena parece que se le escapa, procura que otras personas la encuentren. Su siguiente alma necesitada de ayuda es Paulie Petrosinsky, que tiene tanta fuerza física como timidez para acercarse al chico por el que lleva tiempo suspirando: Bryce Campbell, primo de Lucas y donjuán local.

Diez años han pasado desde la separación de Colleen y Lucas debe regresar al pequeño pueblo desde Chicago, su ciudad natal. Allí deja a su exesposa, Ellen Forbes (sí, emparentada con esos Forbes), su hermana Steph y sus cuatro sobrinas. Su tío, Joe, se está muriendo y necesita su ayuda para poder cumplir sus últimas voluntades: divorciarse de su horrible esposa, Didi, y conseguir que su único hijo, Bryce, asiente un poco la cabeza. No se sabe cuál de las dos tareas le resultará más difícil de cumplir. Dado que va a necesitar tiempo para ello, no le queda más opción que alquilar un apartamento. En una localidad de menos de mil habitantes, cruzarse con su antigua novia será inevitable.

Reseña

Si habéis leído las reseñas anteriores os habréis fijado que hemos dejado de seguir a la familia Holland, lo que es un primer punto que quizás no es tanto negativo como incoherente. La serie se llama Blue Heron por el viñedo que éstos poseen y los libros anteriores estaban protagonizados por dos de las hermanas: Faith y Honor. Teniendo en cuenta que queda soltero (bueno, divorciado) el hermano de ambas, Jack, lo lógico era que el tercer libro fuese para él y cerrar la serie como trilogía o, de querer prolongarla, hacer libros situados en un futuro con Abby y Ned, hijos adultos o casi de la cuarta hermana, Pru. En cambio, la protagonista es Colleen, un personaje secundario, poco más que de apoyo, en los otros libros. Ni siquiera llegué a mencionarla a ella o su hermano Connor en las otras reseñas porque no tenían grandes aportes.

Por separado, Colleen y Lucas son buenos personajes. Ella tiene muchas virtudes como su sentido del humor, su deseo de ayudar a los demás a buscar la felicidad, su adoración por su hermanastra o su preocupación por ancianos como Joe o su propio abuelo. El pasado de él es demoledor. Tiene una historia familiar dura que explica cómo llegó de Chicago a ese pequeño pueblo donde conoció a Colleen y vivió con Joe, Didi y Bryce. Leyendo su historia, siempre me sorprende la trituradora humana que llega a ser EE.UU. con el tema de las facturas médicas y la justicia de puño de hierro con el débil. A su favor también puedo decir que hay un par de secundarios que tienen muy buena evolución o que me parece muy bonita la parte del noviazgo inicial de los dos protagonistas. Por último, todo lo que tiene que ver con Joe y su lento final es muy triste, pero está muy bien tratado y con mucho realismo, así que si tenéis familiares cercanos en esta situación, puede ser una lectura dura en este sentido. Pero hasta ahí. Este libro tenía un potencial que ha desaprovechado. 

El problema de la romántica es que a veces es tan cerrada en sus esquemas que cuesta salirse de lo que se espera aunque la pareja de turno no cuadre. Entre los protagonistas hay química, sí, pero en el pasado. Colleen sufrió mucho por Lucas y él no le dio una disculpa y una explicación completa, pasó página y siguió con su vida mientras ella quedó atascada a pesar de tener todos los líos que quería. Resulta poco creíble que en diez años no haya aparecido nadie que valiese la pena. Encima, él regresa por su tío, no por ella, y saben que se marchará cuando fallezca. Colleen le dice que no quiere nada con él porque no quiere volver a acabar dolida, cosa que sucede aunque se llegue a un final feliz previsible pero poco satisfactorio. En ese intermedio, Lucas no le dice nada que le dé la esperanza de quedarse con ella, allí, o de ver cómo lo podrían llevar si ella se fuese a Chicago... Nada. Incluso en el velatorio de Joe ella actuará como simple camarera y él no se dignará a presentarla a su exfamilia política como la novia que se supone que para entonces ya había vuelto a ser. Muchos detalles que hablan de que realmente entre ellos no hay una buena base, sobre todo por parte de él. 
Tanto Faith como Honor superaron sus primeros amores, ¿por qué Colleen no? Si se marca a un personaje masculino como protagonista, dará igual lo que haga, que llegarán a un final feliz aunque no sea convincente. Habría sido más interesante y realista que durante el libro cerrasen su historia y que, quizá, mientras ella intenta emparejar a Bryce con Paulie, las chispas saltasen con él y de algún modo sucediese lo mismo entre Lucas y Paulie. 

Precisamente, esa pareja que intenta formar Colleen es un desastre. Paulie es una chica deportista, fuerte, lista, muy dulce y buena, pero no un bellezón, que es lo único que parece importarle a Bryce. De partida, hacer un esfuerzo por juntarla con un inútil como ése es de ser mala amiga. Bryce es superficial y mujeriego, se le describe como un niño grande, un inmaduro aunque buenazo. Además, durante casi todo el libro se usa a la pobre chica como alivio cómico por lo mal que viste, por su fuerza bruta, por su incapacidad de hablar cuatro palabras con el chico que le gusta y con los tonos de colorado que coge su rostro. Que su táctica para juntarlos se base en presentarla como una chica desvalida para subirle el ego al otro lerdo es insultante para la pobre además de ridículo. Colleen, que se ve como una Emma de Jane Austen moderna, habrá tenido muchos éxitos, pero esto sería un fracaso a todas luces de no estar en el género que estamos en que los finales deben ser siempre felices.

Aunque en los libros anteriores hay puntillos machistas, en éste me ha parecido que eran mucho más feos y destacables. Casi siempre que se nombra a Gail va parejo el sobrenombre de "el Zorrón" (en inglés es Gail the Tail, que al menos rima). De lo poco bueno que hay en el libro al respecto de ella es el final, en que tenemos su versión de lo sucedido con el padre de Colleen. Se humaniza y deja de ser la caricatura que nos habían presentado, tanto como mujer como en su papel de madre, que estaba pintada con una bruja obsesionada con el peso de su hija. Hasta ese punto, desde la perspectiva de Colleen, siempre se la había descrito como regordeta, pero resulta que Savannah está a un paso de la obesidad y la madre se preocupa por su salud porque es consciente del problema que esto es en EE.UU. por lo que la obliga a comer verdura. Luego, tanto Colleen como su madre están cortadas por el mismo patrón de "soy incapaz de olvidar al hombre que me ha roto el corazón". Puedo decir que me habría gustado que ambas tuviesen el desenlace de la madre: darles una patada a sus respectivos amores. Y como detalle final, la protagonista se emperra en preparar platos complicados para Lucas a pesar de no tener ni idea de cocina, para algo tiene un hermano chef. Es insultante el enfoque cómico tirando a lo ridículo de toda esa parte cuando, para empezar, debería ser él quien se esforzase por ella, no al revés.

Como en los anteriores libros, he reído y llorado un poquito, pero en este caso no por la pareja protagonista sino por el pasado de Lucas o el final de Joe. No puedo negar que ha sido una lectura entretenida con buenos momentos, pero toda la parte romántica tras el regreso del protagonista al pueblo me ha parecido, simplemente, mala. 

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