sábado, 10 de noviembre de 2018

Te daría el mundo, de Jandy Nelson

Como nueva lectura después de Asedio al corazón, un libro que me dejó un sabor un tanto agridulce, opté por una novela que estaba segura de que me iba a encantar. Me enamoré de la anterior obra de la autora, El cielo está en cualquier lugar y las reseñas de éste eran incluso superiores. Quizás ha sido por un tema de expectativas, que esperaba una joya al mismo nivel que aquella, pero lo cierto es que el resultado ha sido, en una palabra, decepcionante. Curiosamente, en la entrada de compras donde cayó el libro ya me dije que unas expectativas muy altas podrían tener un mal final.

Argumento

Con 13 años, Noah y su hermana gemela Jude son inseparables. El solitario Noah dibuja sin parar y se ha enamorado en secreto de su enigmático vecino. La atrevida Jude salta desde altísimos acantilados, lleva pintalabios rojo y habla por los codos.

Pero, con 16 años, los hermanos ya no se hablan. Algo les ha ocurrido. Algo ha pasado entre ellos que los ha removido de forma diferentes... Hasta que Jude conoce a alguien, un atractivo y frágil chico, y a una nueva fuerza en su vida todavía más impredecible y ligada a su pasado de forma inesperada.

Los primeros años de esta historia los cuenta Noah; los últimos, Jude. Lo que ninguno comprende es que solo conocen la mitad de la historia y que, si pudieran compartirla, tendrían una oportunidad real de regalarse el mundo de nuevo.

Reseña

Releyendo mi reseña de El cielo está en cualquier lugar para refrescarme la memoria sobre la otra historia de esta autora que tanto me gustó creo que entiendo mejor por qué ésta no me ha llegado igual. A ver si consigo explicarme.

En aquella historia la prosa era uno de los elementos que me conquistó, era preciosa y conseguía que las palabras me atrapasen. En cambio, aquí ha pecado por exceso, la autora ha pasado de usar la prosa casi poética como recurso a que ésta asfixie la historia. Es decir, me ha resultado pomposa y pedante. Alguna metáfora se agradece, ayuda a que las novelas no sean una mera recopilación de hechos, sin embargo aquí te ahogan. Te ahogas en metáforas, en los cuadros que imagina Noah de cada situación que vive y en las citas de la "biblia de la abuela" de Jude (un conjunto de hechizos y supersticiones bastante surrealistas). Por momentos es tan metafórico que no se sabe si lo que cuenta está pasando o no. Es una narrativa que se nota tanto que quiere enamorar al lector, se esfuerza tanto en ello que, al menos en mi caso, ha conseguido el efecto contrario. Ahora me da miedo releer la otra novela y descubrir que ya era así en aquella.

Relacionado con esto, parece que la autora usa de excusa para una narrativa tan pedante el tema del arte. Como los protagonistas y con la mayoría con quienes se relacionan son artistas, parece que todas las extravagancias y excentricidades están justificadas. Alguien le debería haber dicho que hay un límite a las rarezas por personaje.

Algo más a comentar del tema de la narrativa es el uso de las dos voces, un recurso que ya conocemos pero casi siempre se ha usado para una pareja. Me ha parecido interesante tener de puntos de vista a dos hermanos en dos momentos temporales diferentes: Noah, hablando con 13-14 años, y Jude, con 16. Lo malo es que narran sin parecer que tengan esas edades, sino otras mayores, y que no he conseguido diferenciar sus voces. Tampoco ayuda que haya poco saltos de una voz a otra, dando capítulos larguísimos de uno u otra. Casi habría sido mejor tener primero toda la parte de Noah, luego la de Jude y quizás un epílogo de Noah ya con 16 años.

Una idea que sí es interesante en el libro es la forma en cómo cambian los protagonistas con los años. Noah era el artista que apenas hablaba ni se relacionaba con nadie. Jude era extrovertida, amistosa y disfrutaba del surf. Cuando las cosas saltan por los aires, Noah pasa a ser de los "normales" y Jude se vuelve introvertida y excéntrica. Quizás le podría haber sacado mucho más jugo a esta dualidad intercambiada, pero como concepto está bien.

Todo lo dicho hasta ahora son aspectos que me han decepcionado pero que considero aceptables. No habrían sumado a la valoración pero no me habrían impedido disfrutar de la historia. Sin embargo, lo que sí me ha disgustado han sido tanto la trama como los personajes.

La trama como tal gira en torno a la relación de los hermanos, cómo pasa de ser idílica a odiarse y de ahí la duda de si conseguirán reconciliarse después del daño que se han hecho mutuamente. Entre medias están los romances y la relación con sus padres. Cualquiera pensaría que el resultado de esta combinación de elementos podría funcionar fácilmente... pero no ha sido el caso.

Mi problema con los personajes y la trama es que lo que se hacen el uno a la otra y viceversa me parecen acciones demasiado egoístas, crueles y desproporcionadas como para que me puedan caer bien dos personajes tan tóxicos con su propia familia. Por poner unos ejemplos: Noah se "lleva" para sí todo el amor y respeto artístico de su madre y sin embargo es capaz de destruir las esculturas de su hermana para que no las vea ésta. Jude responde saboteando a su propio hermano en su sueño y haciéndole creer que se ha liado con el chico que a él le gusta. Por no hablar de lo mal que tratan ambos a sus padres también. Me han parecido actos tan desmesurados y crueles, han mentido de formas tan dolorosas que me han hecho imposible simpatizar con ellos.

Entre medias de la desastrosa relación familiar se cuelan los romances de ambos. Que Noah fuese gay se agradece para normalizar a un miembro del colectivo en el género juvenil. Su romance me estaba gustando hasta que acaba siendo cruel también con el chico que le gusta demostrando, una vez más, el egoísmo y egocentrismo de su personaje. Por parte de Jude, la cosa se reduce a un cliché hetero de lo más visto de enamorarse con un flechazo de un "chico malo" que en el fondo es un alma torturada que lo ha pasado muy mal y blablablá. Si sólo fuese por el aspecto de cliché no pasaría nada pero la autora lo ha querido rodear de un halo de amor predestinado e inevitable que lo ha hecho totalmente irreal. 

Así, con estos elementos que no están dando una historia muy idílica, llegamos a un final que peca de ser precipitado y demasiado perfecto. A lo primero, con la cantidad de páginas que ha usado para desarrollar los problemas y conflictos, la resolución llega casi de sopetón. Pero lo malo es lo segundo, no resulta para nada creíble que todo el daño que se han hecho sea perdonado de una manera tan sencilla. Especialmente increíble es la jugarreta que le gastó Jude a Noah y que arruinó su sueño y que, al confesarse, el otro se eche a reír y casi que le dé las gracias. Esta historia, con los conflictos planteados, necesitaba un final agridulce.

Todo esto me sabe mal porque recuerdo su anterior libro y sus protagonistas me parecieron tan humanos y sus dilemas tan sentidos que me sorprende el contraste entre ambas historias. No sé si es que aquél lo pillé en mejor momento o que éste me pilla algo mayor para apreciarlo, pero no puedo negar la decepción. Aún así, algunas de las metáforas están bien, los dilemas son interesantes y ha tenido varios momentos preciosos que no puedo ignorar. Tengo muchos sentimientos encontrados y es que, objetivamente tiene tantas cosas que no funcionan o son un horror que no puedo pasarlas por alto. Subjetivamente, no obstante, no sé si es el envoltorio o los sentimientos que sí que sabe transmitir, pero capto algo de todo lo bueno que se ha dicho del libro por la inmensa mayoría de blogs. El libro es pedante, tiene personajes tóxicos, pero es bonito. Algo así.

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