jueves, 3 de septiembre de 2015

Huye, de Lisa McMann

Pues lo que os decía en la reseña anterior, que iba a terminar en breve la trilogía. Y es que, aparte de que es un gusto poder terminar algo que tenía a medias desde hace tanto tiempo, los libros de esta saga se leen en un suspiro. Las poco más de 200 páginas que tiene éste apenas me han dado para una tarde.

Con este libro se pone punto y final a la trilogía de la Cazadora de sueños. Os recuerdo que me leí Sueña hace ya unos años pero ha sido cosa de unos días que me dio por continuarla con Teme y, para no dejar pasar más tiempo, he preferido darle su punto y final lo antes posible.

Argumento

Después de muchos años sin disfrutar de unas vacaciones, Janie está pasando unos días en la cabaña del lago que tiene el hermano de Cabel, lejos de su madre alcohólica y del revuelo que ha causado en el pueblo el caso de los abusos sexuales donde ella fue una pieza clave para el caso. Ya no necesita esconder su relación con Cabel y pronto empezarán la universidad. 

Por desgracia, sus poderes le evitan llevar una vida normal, y tras un par de sueños en los que Cabel muestra el terror al futuro que no exterioriza en palabras, Janie comienza a tener dudas.

Pero todo deja de tener importancia cuando recibe una llamada de Carrie en la que su amiga le informa que ha tenido que llevar a su madre al hospital. Janie y Cabel vuelven para descubrir que no es la madre de Janie la que está ingresada, si no su padre, al que Janie jamás conoció. Henry Feingold está en coma, y la única persona que aparecía en los papeles médicos es su madre, que no quiere saber nada del tema.

Reseña

Simplemente decir que menos mal que se acaba la historia aquí, porque llega a tener algún libro más y quién sabe qué putadas adicionales para Janie se le podrían haber ocurrido a la autora. En cierto modo, para quien no haya leído la trilogía, casi que le recomendaría que sólo leyese el primero. Aunque era terriblemente introductorio y, de lejos, el peor de la trilogía, al menos el desenlace dejaba una sonrisa en la cara. Con los dos siguientes, la vida de la protagonista ha ido de mal a peor salvo por el apoyo, cariño y amor de Cabel y otros secundarios.

Con este libro la autora desvela el misterio del padre de Janie, un personaje que sólo habíamos visto en algunos sueños de su madre que, estando siempre borracha, daban muy poca información. Es bastante evidente por dónde va a ir la cosa respecto al padre, pero no voy a entrar en detalles más allá de decir que lo que descubra Janie sobre él marcará su porvenir.

En el anterior, Teme, Martha Stubin había dejado unas notas muy dolorosas de lo que podría esperar del futuro Janie gracias a su don, o su maldición, según se mire. Básicamente, dejaba dos opciones, cada una con pros y contras, pero ninguna de las dos era idílica y la elección no estaba en pensar qué era lo mejor sino lo menos malo. La propia Martha representaba uno de esos futuros, así que quedaba la duda de cómo sería la otra opción, que es a la que se da vueltas en este libro.

No es que el libro anterior fuese pura acción y misterio, pero en éste los hechos dejan paso a las reflexiones. Es mucho más pausado a pesar de que todo ocurre en apenas una semana. Como decía, casi todo el libro gira en torno a las divagaciones y dudas que tiene Janie respecto a lo que le depara el futuro: qué hacer con su madre, dar uso a su don o no como forma de ganarse la vida y, sobre todo, qué hacer con Cabel ¿aguantará él junto a ella cuando las cosas vayan mal? ¿se ve capaz de dejar que esté a su lado sabiendo lo que le va a hacer sufrir?

También se lleva un papel destacado en este libro, como no podría ser de otro modo, la madre de Janie, Dorothea. Su alcoholismo es lo que la define y, tras ser poco más que una sombra que entraba y salía de escena en los libros anteriores, aquí la protagonista por fin la encara. Es un tema duro y espinoso, triste, que la autora deja en suspense pues habría sido irreal que en una semana todo se solucionase.

Al margen de la trama, y más secundario, he visto una crítica brutal al sistema sanitario americano: si tienes dinero para pagarte un seguro, te atenderán y se moverán para curarte, sino te dejarán en una cama o te echarán a patadas si te puedes mantener en pie. No se hace mucho hincapié aquí gracias a cierto papel que firmó Henry, pero la crítica está ahí. Me parece terrible, y pensar que es algo que ciertos políticos están promoviendo en nuestro país... esto sí me da escalofríos.

La narrativa de éste es más cercana a la del segundo salvo en sus primeras páginas, que me hizo temer que volvería al estilo de Sueña. Por suerte, no fue así y la autora no recayó en el estilo de telegrama.

Así pues, estamos ante una trilogía que se ha ido recrudeciendo con el paso de cada libro. Posiblemente éste sea el mejor de los tres, no sólo porque se dejan los casos policiales al margen, algo que no me terminaba de convencer en los anteriores, centrándose en lo que realmente era el eje de la trama, sino porque la evolución humana de los personajes es sobresaliente. Janie ya empezó siendo una chica madura, pero ha ido creciendo página a página. La relación con Cabel es natural, no perfecta, y funcionan juntos como compañeros y amigos, siendo apoyo una del otro y viceversa.

Si definiese estos libros con el paladar diría que van de lo agridulce a lo amargo. La protagonista arrastra muchos problemas y, cuando parece que las cosas mejoran, la autora le da otra bofetada cruel. En otras historias de juvenil fantástica, aunque las y los protagonistas tengan aventuras y lo pasen mal, es común querer vivir en su piel para poder disfrutar de sus dones. Con esta trilogía os alegraréis de no cazar sueños. Es una historia triste, dura, original y emotiva en su justa medida. No esperéis romances empalagosos sino humanidad frente a las adversidades. No me gustó su arranque demasiado pero la mejora de los dos siguientes salva las carencias de aquél primer libro.

Huye me ha parecido un cierre que roza la perfección, aunque he visto opiniones que son todo lo contrario. En mi caso, lo dramático de la situación de la protagonista, los miedos tan humanos que tiene y lo bien llevado del elemento fantástico, dándole todo el realismo cruel que algo así requería, me han revuelto por dentro. Quizás me ha faltado una chispa de emoción, de emotividad adicional, para llegar a la máxima nota, pero es lo único que puedo decir negativo.

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