sábado, 30 de marzo de 2019

Durmiendo entre lobos, de Nana Shiiba

Hacía tiempo que no reseñaba una obra de Nana Shiiba, de quien ya os he traído Venga, déjate querer, Animal Jungle y Como se te ocurra decírselo a alguien... Salvo contadas excepciones de alguna historia corta, en general sus shojos me parecen simpáticos y tiernos y siempre les he dado una nota que ronda el notable. Sin embargo, esta vez no va a ser el caso. Tenía este tomo en la estantería y lo recordaba como una lectura muy decepcionante. Si no lo puse a la venta en su momento fue porque le quise hacer antes una reseña que fui aplazando y aplazando hasta que le ha llegado su turno. Y en ésas estamos aquí ¿Se mantendrá esa intención después de la relectura que le he dado? Seguid leyendo para saberlo =)

Argumento

Los padres de Meguri Fukazawa, una adolescente de quince años, se han tenido que marchar al extranjero por motivos laborales y ella ha quedado a cargo de unos amigos de éstos. En la casa de los Kamijo todo parece perfecto: ambos son muy amables y atentos con ella, le preparan comida deliciosa y el piso es enorme y de lo más lujoso. Por si todo esto fuera poco, tienen dos hijos de lo más atractivos: Hakuto, de su misma edad, y Hiyuu, de 17. 

Sin embargo, Meguri pronto se da de bruces con una dura realidad que jamás habría podido imaginar: los dos hermanos tienen muy malas pulgas y están decididos a echarla de su casa. No la quieren allí ni un día más. La chica, que se niega a acabar viviendo en la calle, acepta su desafío ¡Es la guerra entre estos dos lobos y la chica que piensa domarlos!

Reseña

Como podéis ver por el argumento, la premisa de la historia es, cuanto menos, poco original. Eso de unos padres que desaparecen y dejan a la hija sola a cargo de unos amigos está ya muy visto como excusa para arrancar la trama (UFO Baby, ¡No hace falta!) pero esto no es grave si lo que nos ofrece la autora a continuación merece la pena. Y, a primera vista, prometía dar una historia bastante cómica con una Meguri que se quiere ganar su sitio en la casa (para lo cual, intenta cocinar con nefasto resultado) y que devuelve las puyas que le lanzan los dos hermanos, no amedrentándose con lo que le dicen éstos. Esto y un par de pinceladas más romanticonas ponía la serie en la línea habitual de las obras de esta autora.

Sin embargo, no sé qué se le pasó por la mente a una autora que siempre había tirado hacia desarrollos simpáticos y agradables para meter lo que mete. La primera señal de alarma es cuando entra uno de los hermanos en el aseo, desnudo, mientras ella está bañándose. No es como en tantas otras series en que sucede por un error, sino que lo hace a posta con toda la intención de cohibirla. Pero lo peor es lo que sigue. Y lo siento pero a partir de aquí tengo que hacer spoilers. Para hacer que Meguri se vaya al fin de la casa por su propio pie, los hermanos le organizan una violación en grupo a la salida de su trabajo. Por suerte, claro, uno de ellos al ver el pánico de la chica impide que la cosa llegue a término. Fin de spoilers.

Algo así no tiene justificación posible y mucho menos, como ocurre en la serie, que ni siquiera hay una reflexión al respecto ni se disculpan con ella (de hecho, el que la salva le pide perdón AL HERMANO por no "poder seguir con eso"). Y no sólo eso, como "el salvador", para colmo, la besa tras el rescate, la protagonista está más preocupada a la mañana siguiente por que él la quiera a por lo que le hicieron la noche anterior. No tiene ningún sentido. Y encima todos actúan como si no hubiese pasado nada, ¡¡como si no hubiesen cometido un delito!! Es que es alucinante. Peor ¡ojo! que esto es sólo el primer capítulo (de tres más un extra breve). En el segundo entra en escena Erika, una vecina y ex de uno de los hermanos que ¡le acaba haciendo lo mismo a Meguri! Ya no es sólo que repita la misma situación en dos capítulos seguidos sino que, de nuevo ¡¡es un maldito delito!! Por supuesto, claro, la chica vuelve a ser rescatada y, de nuevo, como si nada hubiese pasado, Erika se acaba haciendo amiga de la protagonista.

El tercer capítulo, al menos, no repite la escena de marras, pero la mini-serie termina con unas vueltas que, como era previsible, generan un triángulo amoroso que no parece ser tal cuando en el extra está bastante claro que uno de ellos vuelve con Erika, su ex. Y para rematar, Meguri, que al menos había parecido ser una chica bastante espabilada (salvo por lo de dejar pasar según qué cosas), cae en el tipo de protagonista tonta que se da cuenta ahí de que está enamorada de uno de ellos cuando, por capítulos anteriores, parecía evidente que lo sabía. Es ridículo.

En cuanto a por qué quieren echar a la protagonista de su casa, pues se puede resumir en pura misoginia que se intenta justificar por parte de un hermano por las fans que tiene en el instituto, que parece que no le dejan tranquilo, y por parte del otro hermano, por el daño que le hizo Erika. Si la serie no hubiese metido las situaciones que mencionaba, podría haber tenido un desarrollo decente pero a ver con qué derecho se quejan estos dos miserables de las mujeres si son capaces de  hacer lo que hacen.

Es bastante triste que unas situaciones tan tóxicas y DELICTIVAS, JODER, empañen un tomo que, si las pudiésemos eliminar, no estaría mal, entraría en el estilo general de Nana Shiiba. Por ejemplo, el extra del final es bastante divertido y tierno por sí solo y, si toda la serie hubiese seguido esa línea, habría sido muy buena. Pero, claro, ahí están los hechos y es imposible obviarlos como hacen los personajes, lo que es absurdo. El tono cómico general no es suficiente para pasar por alto algunas cosas.

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