viernes, 1 de marzo de 2019

Mis recuerdos del instituto, de Megumi Mizusawa

Después de las reseñas de Kaikan Phrase, Gals! y Kamikaze Kaito Jeanne, hoy retrocedemos todavía un poco más en la cronología shojo para rescatar la reseña que hice para PSS de esta tierna y sencilla historia.

Planeta apostó por Megumi Mizusawa para su lista de lanzamientos cuando se quedaron sin nada reciente de Wataru Yoshizumi que publicar (que se podrían haber animado con Handsome na kanojo, pero bueno). Su estilo no podría ser más parecido al de aquella y parecía la opción perfecta para rellenar el hueco que dejaba hasta la salida de Randaom Walk. No sé qué tal les funcionó en su momento a la editorial pero es una de esas autoras que lamento que hayan quedado en el olvido sabiendo que tiene obras mucho mejores que las que nos llegaron y eso que éstas, por su monería, me encantaron.

Datos

Título original: Oshaberi na Jikanwari
Autora: Megumi Mizusawa
Nº de tomos (edición original japonesa): 2
Publicación en Japón: 1994 

Revista: Ribon
Editorial en Japón: Shueisha
Nº de tomos (edición española): 6 comic-books 
Publicación en España: 2001-2002
Editorial en España: Planeta
Estado actual: Publicación completa. Descatalogada.
Precio: 2,40 € 

Curiosidades / Datos extra

- En el año 2009 la serie tuvo una reedición en formato bunko que la recopiló en un tomo único.

Argumento

En 5º de primaria, Chika Takahashi cae en una clase en la que el tutor les entrega una lista con los nombres de todos los alumnos. Esa lista, que está dividida en una columna de chicas y otra de chicos, la usarán para que cada día se encarguen de las tareas de clase la pareja chico-chica que tenga el mismo número. A Chika le toca con Tokita, a quien no conocía de nada. Poco tiempo después, éste empieza a hacerse popular pero a ella no le termina de interesar pues prefiere centrar su atención en los mangas y en su sueño de llegar a ser mangaka antes que en los chicos.

Un día que tienen un examen de ciencias de una parte bastante difícil, Chika no consigue que le entre la materia y decide hacerse su primera “chuleta” con tan mala suerte que la pillan en seguida. Para su sorpresa y la del resto de la clase, Tokita sale en su defensa y eso hace que empiecen a circular rumores poco después. Así comienza el primer gran amor de la pequeña Chika.

Reseña

Ya ha llovido mucho desde que llegaron los primeros shôjos, y mucho hay que agradecer al anime de Marmalade Boy, que permitió que se abrieran las puertas de manera definitiva a la demografía tras los primeros intentos de escaso éxito. Con un triste formato comic-book salieron tanto ésta como, poco después, Solamente tú y Somos chicos de menta, también de Wataru Yoshizumi. No obstante, una vez publicados éstos, quedó un hueco por rellenar en Planeta, pues Random Walk aún estaba en publicación en Japón. Ese hueco fue ocupado por Megumi Mizusawa con Caramel Diary y este manga de 2 tomos en su versión original.

Mis recuerdos del instituto es una historia muy simple de una autora que era totalmente desconocida. Su estilo recordaba mucho al de Wataru Yoshizumi, ya que publicaban en la misma revista y, además, se tienen un gran aprecio entre sí, algo que se remarca con el pequeño homenaje que le hace la autora cuando Chika dibuja a Miki (Marmalade Boy) casi al principio de la historia, expresando su deseo de ser mangaka.

Precisamente ese objetivo de la protagonista, base que también utiliza en el tomo único Caramel Diary, hace intuir que se trata de una historia autobiográfica de Megumi Mizusawa y, de hecho, así es. Mis recuerdos del instituto es el relato del primer amor de su autora desde 5º de primaria hasta lo que sería final de Bachillerato, siendo cada capítulo de la historia, un año entero.

Con ese desarrollo todo parece pasar muy rápido y sólo se recogen los momentos clave de la vida de su protagonista. Chika es una chica muy normal, dulce y sencilla que desea ser mangaka y que va descubriendo poco a poco las dificultades que conlleva enamorarse: dudas, miedos, complejos, la temida declaración de los sentimientos... No hay mucho más en ella ni en la historia en sí. Por su parte, su amor, Tokita, es un chico alegre, simpático y sin ninguna doblez en su carácter. Su problema es ser demasiado perfecto y, dado que en ningún momento se llegan a ver las cosas desde su punto de vista, es un personaje bastante plano.

Dada la brevedad de la historia, a la que hay que descontarle un comic-book y medio de historias extras independientes de la trama, se podría pensar que no hay espacio para hablar de los secundarios de la historia. Sin embargo, la autora cubre levemente los primeros amores de las amigas de la protagonista en el capítulo que cierra la historia principal siendo relatadas por ellas mismas en una fiesta de pijamas. 

A este final hay que añadirle un capítulo extra en el que se narra exclusivamente la historia de Satsuki, la mejor amiga de Chika, y su primer amor, unido al problema de hacer amistades con las demás chicas.

En lo referente a las historias extras antes mencionadas y que terminan de completar los últimos números de la serie, destaca su antigüedad en comparación con la historia principal. La primera de ellas titulada El mensaje llama la atención por situarse en la universidad frente a las historias de instituto. En ella, Akari y Wataru son dos universitarios que pertenecen al club de cine y cuyo reencuentro con una vieja amiga del instituto, abre la caja de los recuerdos de Akari y su secreto relacionado con una vieja cassette. La segunda y última historia de la serie se titula El cuadro del segundo año. En ella, Soko, una estudiante de instituto del club de Bellas Artes, conoce a un chico que también es pintor y solo hace cuadros abstractos: Takuya Kando. Enseguida Soko descubre que es un amigo de su exnovio quien la dejó cuando empezó a gustarle otra chica. 

En lo referente al dibujo es muy simple y sencillo. Apenas hay fondos y no se puede considerar elaborado. Megumi Mizusawa era entonces una autora a la que todavía le faltaba mucho por pulir y en trabajos más recientes se puede notar una gran mejoría. Tiene un estilo propio de la Ribon de aquellos años, tremendamente parecido al de Wataru Yoshizumi. El dibujo de las historias extras va de ser simplemente aceptable en la primera a realmente malo en la segunda. Se nota el espacio de tiempo pasado entre todas estas historias y sirven para ver la evolución de su autora, quien ha ido mejorando a lo largo de sus años de trabajo aunque aquí estaba todavía muy verde.

La edición de esta historia son los tristes comic-books (también conocidos como formato “grapas”) de tamaño B5 (183x257 mm.), mayor que los tomos estándar, con papel que transparenta a menudo. Sí que es cierto que la serie completa habría salido prácticamente al mismo precio que si fuesen tomos pero su calidad es muchas veces inferior. Además, con un dibujo tan sencillo y poco detallado, el formato mayor no se puede decir que le ayude. Es una de tantas series antiguas que no se han reeditado en formato tomo y es una pena que en Planeta se hayan olvidado de esta pequeña historia y, dicho sea de paso, de su autora.

En resumen, Mis recuerdos del instituto difícilmente gustará a quien busque algo complejo, profundo o trascendente. Es una historia muy sencilla y de corte realista, no por nada está basada en hechos autobiográficos que pueden aportar un sentido más emotivo a lo que sucede, pues no se trata solamente de “una historia”. Si algo tiene de positivo la serie es que desprende sencillez y cercanía en cada una de sus páginas dando una historia muy tierna que, por otro lado, puede ser demasiado ñoña e infantil para según quien la lea.

1 comentario:

  1. recuerdo cuando la leí que me gustó precisamente por su sencillez y cercanía. A veces, me gusta leer este tipo de manga sin pretensiones, antes que mangas con muchas aspiraciones que se quedan en un bluf

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