miércoles, 20 de marzo de 2019

Baby, my love, de Yoko Maki

A la hora de dormir, servidora siempre se pone de lado (porque debe dejar espacio a un par de chuchos que en Invierno me hacen de estufa, así que ni tan mal) mirando hacia una de las paredes del dormitorio. En ésta tengo un par de baldas con mangas y ésta es una de esas series que hay ahí y que, gracias al colorido de los lomos, más destaca, es decir, una serie cuyos lomos llevo años viendo cada vez que me voy a dormir. La "fiebre" que me ha dado de hacer relecturas para reseñar muchos mangas que se quedaron sin una cuando los leí en su momento parecía que no me iba a dar con éste, pero al final le tocó.

Baby, my love, o Aishiteruze Baby en el original, es sin duda la serie más conocida de Yoko Maki. Panini nos la trajo en 2007 pero, a pesar de su fama, que incluso tuvo un anime de 26 capítulos, no volvieron a repetir con la autora. Eso sí, Glénat/EDT la recuperó un par de años después con Mi vida con Zenjirô Yamamoto pero la dejó inconcusa a falta de un tomo (de cinco).

Argumento

Kippei Katakura es un estudiante de secundaria bastante atractivo, despreocupado y vago que vive su día a día a base de ligar con chicas y asistir con poca atención a clases. Todo hasta que un día, al regresar a casa, se encuentra con su prima de 5 años en la entrada. Al parecer la pequeña Yuzuyu ha sido abandonada por su madre, la tía de Kippei, quien está pasando por una fase de profunda depresión tras la muerte de su esposo y se ve incapaz de cuidar de la pequeña. En una carta le deja a sus parientes, la familia Katakura, la responsabilidad de la niña.

Con la intención de que Kippei asiente la cabeza y madure un poco, la familia al completo (abuelos, padres, hermana mayor y hermano menor) decide asignarle el cuidado de Yuzuyu. A partir de ese momento tendrá que encargarse de todas las necesidades de la pequeña: llevarla a la guardería, hacerle el almuerzo o asegurarse de que se vaya a dormir.

Mientras se adapta a su nuevo rol, Kippei también intentará ganarse el corazón de una reservada compañera de clase, Kokoro Tokunaga, la cual también atraviesa un duro momento en su vida familiar.

Reseña

Una de las cosas que se le critican al shojo es que "sólo tratan de romances entre adolescentes". Ya sabemos que es mentira, que en esta demografía cabe de todo, al igual que en las demás, pero no está mal recordarlo. En este caso, aunque el protagonista sea, efectivamente, un adolescente que va al instituto, la co-protagonista no es su interés romántico, sino una niña pequeña a la que de repente debe empezar a cuidar. El amor romántico queda en un plano secundario frente al amor familiar y los conflictos de pareja dan paso a problemas familiares.

El punto fuerte de la serie es la "pareja" que forman Kippei y Yuzuyu, que ambos acaban enamorando. El chico madura bastante a lo largo de los siete tomos que dura la serie y la niña actúa perfectamente (salvo quizás algún momento puntual) como lo que es: una pequeña adorable y simpática, con sus prontos y berrinches momentáneos, que no termina de entender lo que sucede pero capta mucho más de lo que los adultos querrían. La pequeña sufre mucho por el abandono de la madre (aunque me llama la atención que por la muerte del padre no derrame una lágrima y ni se mencione apenas en la serie siendo lo que ha desencadenado todo) pero es una niña que tiene la esperanza de su regreso y, con la ayuda de su primo y el resto de familiares, sigue creciendo alegre y cariñosa. Si tuviese que describir la serie con una palabra sería "ternura" pues es lo que ambos transmiten.

La parte romántica, a pesar de ser menor que en otros shojos de instituto, está ahí. Ésta gira mayormente alrededor del "triángulo" entre Yuzuyu, Kippei y Kokoro. La niña está muy necesitada de cariño tras el abandono materno, por lo que es egoísta y no quiere que otra chica "le robe" a Kippei. La joven, más madura de lo habitual a su edad, lo entiende pero también tiene sus propios problemas por los que necesita el apoyo de su pareja. Esto genera un balance complicado pues el chico no puede dividirse y algunas veces fallará a una por estar con la otra que le necesita y viceversa.

Quisiera detenerme un poco más en Kokoro pues es una protagonista de shojo poco habitual. En cierto modo se puede entender que su personalidad prototípica estaría intercambiada con Kippei. Es mucho más común que él sea el reservado, misterioso, un poco borde y seco mientras que a ellas les toca ser abiertas, espontáneas y sensibles. Desde que salió la serie llevo leyendo que Kokoro cae antipática, bien por "quitarle" a Kippei tiempo con la niña o bien por su personalidad. Sobre lo segundo especialmente me mosquea cuando este mismo carácter en los chicos no genera, ni por asomo, las mismas críticas. Con todo, es una lástima que su personaje apenas llegue a desarrollarse durante la serie.

Aparte del cuidado de la niña y la relación de pareja, la serie también toca otros temas y problemas familiares de diversa índole: maltrato infantil, acoso en las aulas, acoso sexual, incomunicación con los padres o intento de suicidio entre otros. Esto, que por un lado enriquece la serie, despista de lo que podría haber sido más que suficiente para desarrollar: la maduración de Kippei ante el reto que se le presenta, el crecimiento de Yuzuyu y la complicada relación de pareja. Si por diversificar la trama se trataba, la familia Katakura tiene suficientes miembros como para tratar más ángulos de la historia sin salirse de ella de manera innecesaria.

En cuanto al elenco de secundarios es bastante amplio y la mayoría están muy bien definidos. Mención especial para Reiko, la hermana mayor de Kippei, que me parece el mejor personaje de la serie por su fuerza, su madurez, su entereza y su humanidad. Tampoco están nada mal las dos amigas de Kokoro, una más alocada y otra más seria.


Aunque la serie tiene numerosas virtudes, como ya he comentado, lo cierto es que también posee defectos importantes, aparte de los que se han ido colando en los párrafos anteriores. Uno de ellos, tal vez motivado por ser una serie publicada en la Ribon, una revista enfocada a un público a medio camino de niñas y adolescentes, es el tipo de resoluciones que tienen los problemas planteados en los arcos argumentales. El ejemplo más sangrante es cómo acaba el problema generado por una chica (encima mini-punto negativo por ser la única fea y obesa de la serie que cumple el rol de, cómo no, mala) que está enamorada platónicamente de Kippei y desarrolla una obsesión enfermiza que la lleva a herir a Yuzuyu. El tipo de resoluciones fáciles y felices se repite a lo largo de toda la serie y resulta un tanto irreal dada la dureza de algunas temáticas que se tocan. Supongo que se une la revista en que se publica y que la autora es una joven positiva, abogando porque el diálogo y el amor pueden solucionarlo todo. En fin, un mensaje bonito a costa de cierta credibilidad.

Al hilo de esto, lo mismo sucede con el desenlace, que es fácilmente imaginable cuál va a ser. Con todo, la previsibilidad no es su mayor defecto, es el cómo deja en el aire dos asuntos tan delicados como la situación familiar de Kokoro y el problema de Reiko, de quien se olvida por completo. Además de esto, es un desenlace que se produce casi de golpe, de manera muy abrupta y que, para intentar compensar, finaliza con unas pocas páginas situadas varios años después que sólo generan más dudas, tanto al respecto de Kokoro como de que se dé un reencuentro muy poco realista.

Tampoco olvidar el poco sentido del enfoque que tiene la serie en cuanto a Kippei. Lo cierto es que, para ser un playboy, el tiempo que tarda en convertirse en el "padre del año" es demasiado breve y convierte al chico en un tipo demasiado perfecto capaz de resolver todo problema ajeno que llame a su puerta. Buena parte de la serie podría haber girado en torno a su maduración lenta, a aprender de sus errores, a sus reticencias sobre cuidar a una niña que le impedirá seguir con sus líos amorosos... Sin embargo, rápidamente se encariña de Yuzuyu y hará todo lo posible por ella, además de que, como se empieza a interesar de manera seria en una chica, hasta el tema del flirteo se corta sin más vuelta de hoja. Y, aunque Kokoro como tal me gusta, su relación con Kippei carece de toda química. No les he visto nada de chispa y la evolución que tienen es muy precipitada dada su carácter y las circunstancias en que están ambos.


En cuanto al dibujo, aunque Yoko Maki realiza algunas viñetas que son una preciosidad y la mayoría de primeros planos no tienen ninguna pega, en planos más generales se nota que aún estaba un poco verde cuando realizó esta serie, pues a sus espaldas solo llevaba un par de tomos únicos y una serie de tres tomos. Con todo, mejora mucho al pasar los tomos y desearía tener más de sus obras en nuestro mercado para seguir disfrutando de su precioso dibujo.

Poco más que añadir. La serie es muy tierna, toca temas muy interesantes y peliagudos y envía un mensaje optimista a la hora de enfocar los problemas. Sin embargo, las pegas están ahí y no puedo obviarlas, sobre todo por un desenlace que deja un regusto un tanto amargo por abrupto y abierto.

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