miércoles, 15 de enero de 2025

Los artistas no pisan las flores, de Marco Kohinata

Primera reseña después de tantos meses sin poder hacer una. La verdad es que echaba de menos esto y lo que implica, es decir, tener tiempo para disfrutar de alguna lectura o visionado y poder analizarlo luego. Para ir desengrasándome he optado por un tomo único, mi primera lectura de la última tanda que os enseñé, entre lo que compré y los regalos de Navidad.

El título original de la obra es Artiste wa Hana o Fumanai, un seinen publicado por Milky Way en 2022. De la misma autora y por la misma editorial también se puede adquirir El profundo azul del cielo y, por Ponent Mon, Akari, todos tomos únicos.

Argumento

La Primera Guerra Mundial, la considerada como madre de todas las guerras, llegó a su fin, pero dejó un reguero de muerte, dolor y miseria. 

En los años 30, en un pueblecito francés cercano a la frontera con Alemania, los efectos del conflicto militar siguen muy presentes y la situación no es fácil para casi nadie. Los niños, pese a la dureza del ambiente, intentan vivir con alegría y transmitir su optimismo a los adultos que les rodean, que no suelen tener la misma mirada que ellos.

Momo, Lille, Jean, Alain, Marc... Esta es la historia de un grupo de amigos que confiaban en un futuro feliz y en paz a pesar del duro presente que les había tocado vivir.

Reseña

Siendo sincera, creo que he leído el tomo teniendo unas expectativas demasiado altas que no se han cumplido y he acabado quedándome bastante fría. Intentaré explicarme, porque lo cierto es que objetivamente es un buen tomo, pero subjetivamente ha sido una pequeña decepción.

El tomo se compone de diez capítulos y un prólogo protagonizados en su mayoría por alguno de los niños que se mencionan en el argumento. Son prácticamente historias independientes entre sí salvo por ciertos cruces de personajes entre algunas de las historias y por el capítulo final en que se reúnen todos. Quizás aquí hay un primer punto por el que no he conectado, me ha faltado más interacción entre los niños y una mayor hilazón entre las historias.

Luego, otro punto que me ha parecido algo débil, aunque es probable que haya a quien en cambio le parezca un plus, es que no son tanto los chiquillos los protagonistas, sino que desde su punto de vista se cuentas las historias de adultos que les rodean o el contexto en que viven. 

Además, a pesar de lo dramático de la situación, le falta cierta intensidad y el tono feliz y optimista con el que acaban todos los capítulos en cierto modo chirría y resulta muy poco creíble. Más cuando sabemos que el futuro que tendrán estos niños es muy negro pues vivirán la Segunda Guerra Mundial en poco tiempo. Me lo imagino todo como una burbuja de felicidad falsa y artificial. El tomo no deja de parecer un prólogo para conocer a unos personajes de niños antes de que esa burbuja explote y se les vea madurar y enfrentar lo que inevitablemente está por llegar. Creo que ahí ésta la clave de por qué se me ha quedado cojo.

El enfoque elegido es de puro costumbrismo en el que por rendijas se cuela el drama vivido y pequeñas gotas de lo que está por venir. Toca tan de pasada temas serios que es casi como si no existiesen: la crisis económica, el hambre, la despoblación rural, las secuela psicológicas de la guerra... Sólo hay un capítulo que realmente muestra algo más de intensidad y es el odio a los judíos. Resulta sangrante que no lo aproveche para desarrollar el tema al menos a lo largo de un par de capítulos para darle más seriedad o realismo y una mayor continuidad a la trama, y ni siquiera este capítulo llega a tener un final amargo o agridulce. 

Además de esto, me han sobrado momentos con un toque ridículo o surrealista y algunos personajes absurdos que me han sacado mucho de la lectura. Por ejemplo, la rencilla entre dos cafeterías que están una frente a otra, el padre de uno de los niños haciendo el pino (imagen adjunta) o un travesti que me ha hecho pensar en Psicosis con la frase que suelta al ponerse un vestido de "si soy la viva imagen de mi madre" (y encima va la autora y hace una ilustración de todas las mujeres que salen en el tomo y lo incluye entre ellas... PFFFF... Que será una chorrada, pero a título personal es un tema que me tiene muy quemada).

La autora usa pocos diálogos y deja que su dibujo muy bonito y expresivo hable por los personajes. En general, este recurso funciona bastante bien, pero por momentos habría preferido escuchar más las voces de los protagonistas y tener una voz narradora para ampliar información de modo que no quedase todo un tanto ambiguo y abierto a interpretaciones.

Al menos, a pesar de todo esto que comento, que mayormente ha sido negativo, hay algunos capítulos que me han gustado. Por ejemplo, el segundo, en que Lille, la única niña del grupo, hace de cartera de unas cartas con dibujos de flores; el cuarto, en que el pequeño Alain se esfuerza en trabajar para ganar unas monedas con las que ayudar a su madre; o el noveno, en que se narra cómo se conocieron los padres de uno de los niños en mitad de la devastación de la guerra. Estos capítulos han sido muy tiernos y con varios detalles interesantes.

En definitiva, un tomo que a mi modo de ver peca de un exceso de ingenuidad, de querer ser sólo una lectura bonita sin que todo lo malo del contexto pueda empañar las sonrisas de los niños. No ha conseguido emocionarme, me ha parecido flojo y, en algunos momentos, incluso tonto. Si a la mayoría que lo ha leído le ha dejado con una sonrisa, a mí más bien me ha dejado entre aburrida e indiferente. Al menos algunos de los capítulos cuentan algo más de fondo y por ellos ha merecido la pena la lectura.

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