Hoy toca reseña de una de mis últimas adquisiciones, una de las que salieron en la pasada entrada de junio y julio. Se trata de una serie de cuatro tomos que Norma sacó durante el 2018 y que ha descatalogado recientemente. Como la tenía en mi lista de futuros y era de lo poco que me interesaba de esta última tanda de descatalogaciones la pillé por wallapop antes de que la gente se volviera majara con los precios. En vez de buscarle un posible hueco definitivo en las estanterías pensé que mejor era leerla primero, pues estoy en una etapa de intentar quedarme solo con aquello que realmente me guste y tampoco me daba el pálpito de ser lo que diríamos un imprescindible. Veamos qué sensaciones me ha dejado al final.
Debo decir que me ha salido una reseña en que comento bastantes cosas que se pueden considerar destripes aunque lo haga de manera general sin entrar en detalle. Lo más concreto sí que lo he dejado en color claro para que no se lea sin querer. Aviso hecho.
Argumento
Los padres de Komugi Kusunoki están divorciados desde que ella era niña y, desde entonces, ha estado viviendo con su madre en Tokio, aunque no por ello ha perdido el contacto con su padre, que vive en Hokkaido. Esta situación cambia cuando su madre debe irse por trabajo un año entero a Fukuoka, por lo que a la joven se le presentan dos opciones: seguir en Tokio, en casa de su abuela, o irse con su padre. Dado que en el instituto se encuentra aislada del resto por una bronca con sus amigas, decide empezar de cero y se marcha con su padre.
En su nuevo instituto no tarda en hacer amistades con dos chicas, Kana y Keiko, pero su compañero más peculiar es el chico que se sienta a su lado, Yû Ôgami, quien nada más llegar ella a su pupitre dice gustarle su olor. Éste, junto a otros tres chicos guapísimos, forman el cuarteto de ídolos del instituto y cuentan con multitud de fans. Esto le trae recuerdos a Komugi del desencadenante de la pelea con sus anteriores amigas, así que su intención es no tener mucho contacto con ellos. Sin embargo, la joven acaba simpatizando con Ôgami a pesar de algunos comentarios malintencionados que no tardan en llegarle.
Un día que llega temprano a clases, Komugi pilla a Ôgami durmiendo bajo un árbol. Al acercase, pisa algo y el chico pega un grito de dolor pues la joven le ha aplastado su... ¿cola? ¿Y también tiene orejas perrunas de repente? No... ¡¿es un lobo?! ¡¿Y dice que se la zampará enterita si lo cuenta?! Bueno, esto último es una broma... solo que Komugi no puede escucharlo porque se desmaya de la impresión.
No sólo Ôgami, que es un lobo, los otros tres ídolos también son en realidad criaturas con el poder de transformarse en humanos: un zorro, en el caso de Rin Fushimi; un tanuki travieso, Aoshi Awaji; y un gato de dos colas, Senri Miyama. No es la primera vez que les pasa que algún humano les pilla a medio transformar, pero sí es una novedad que no consigan borrar el recuerdo de Komugi.
Reseña
La serie es básicamente un drama romántico con trasfondo de fantasía y está llena de clichés para cualquiera que lleve años en el mundillo de los shôjos. Lo cierto es que en varios elementos recuerda mucho a Fruits Basket y, claro, eso son palabras mayores. Los personajes que se transforman en animales (técnicamente, aquí es al revés, son animales que se transforman en humanos), el tema del borrado de recuerdos, la chica normal que descubre el secreto [Destripe] y que, oh, la casualidad, resulta que conoció a Ôgami de niña de casualidad al igual que Tohru tuvo un encuentro con Yuki [Fin de destripe] y un personaje bastante gris (tirando a negro) del que dependen y que acepta la situación. Si se lee con dicha serie en mente, será un desastre, pero si te consigues abstraer, te da para un rato entretenido con algún punto tierno y emotivo que reconozco que ha logrado que se me salten las lágrimas.
La serie tenía bastante potencial, pero no se ha explotado. Los cuatro tomos se quedan muy cortos para desarrollar poco más que el romance de la pareja protagonista, el trauma de Ôgami y su madre y el pequeño misterio de por qué no consiguieron borrarle los recuerdos a Komugi. Aparte de eso, todo lo relativo a la fantasía de estos seres que se transforman en humanos y su mundo queda muy en el aire. ¿Además de transformarse y borrar la memoria tienen otros poderes? ¿Cuántos de ellos hay? ¿Sólo están los que viven en esos montes? ¿Hay diferencias entre las distintas especies? En cierto momento le dice un personaje a la protagonista que el mundo está repleto de cosas que los humanos no pueden comprender y ella no hace por preguntar "¿qué más hay?". La verdad es que sorprende la falta de curiosidad e interés de la protagonista por el mundo tan increíble que se ha abierto ante sus ojos. Y ni ella hace por saber más ni se amplia esta idea durante la historia.
De Ôgami no hay mucho que decir y, realmente, lo más destacable tiende a ser negativo. Protagonista masculino en general amable y simpático, pero con puntos de imbécil e insensible. [Destripe] La respuesta a la confesión de Komugi de "olvidemos que esto ha pasado" es insultante. Y luego, cuando empieza a sentir celos por Rin, va y le suelta que aunque no puede corresponderla, puede darle besos y abrazos porque no la quiere perder... Sin comentarios [Fin de destripes]. Por lo demás, personaje bastante plano sin mucha chispa. Lo único interesante es lo relativo a la historia con su madre, que a pesar de lo traumático que fue, tiene un desenlace positivo para él, aunque algo sacado de la manga y demasiado amargo. [Destripe] ¿Toda la serie hablando de abandono y al final es que ella pidió a las criaturas del bosque que lo cuidasen porque le faltaba poco para morir? De nuevo, aquí Ôgami me parece un insensible que se toma el descubrimiento como si nada, no suelta una lágrima y la única función de esto es que así puede estar con Komugi pues, oye, qué bien, no le abandonó, sólo se murió sola sin poder despedirse de su hijo [Fin de destripes]. Es decir, le habría venido bien un punto adicional de sentimiento porque queda muy mal. En general toda la serie roza el drama pero nunca entra de lleno y no sé por qué, porque esto era para haber llorado a base de bien.
La serie también incluye un previsible triángulo amoroso que es evidente que no va a ningún lado desde el mismo título: "Mi chico lobo" (vamos, que ni zorro, ni tanuki, ni gato). Desde que Rin aparece en escena, sabemos que se va a dar este cliché innecesario dada la escasa duración de la serie. Punto a favor que a priori [Destripe] desista por el cariño que le tiene a Ôgami, por encima del amor romántico hacia Komugi [Fin de destripes], esto me ha parecido bonito. Sin embargo, he dicho "a priori", porque para el final de la serie éste no ha superado sus sentimientos y queda un tanto a libre interpretación lo que puede pasar a partir de entonces porque veo poco factible que no acabe estallando un conflicto en algún punto. He estado leyendo opiniones y muchas coinciden en que preferían a Rin y no me extraña pues su personaje es bastante más carismático y se percibe una evolución en él. Realmente entre la pareja protagonista no hay apenas química y resultan bastante sosos.
Cabe mencionar que a través de un personaje secundario se introduce un interesante hilo argumental del que no llega a tirar cuando se menciona que está metido en el ayuntamiento no sólo para conseguir los papeles que puedan ir necesitando los chicos sino también para evitar que el desarrollo urbano acabe perjudicando el hábitat de los seres fantásticos que viven en esos montes. Esta idea por sí sola daba para toda una serie. De nuevo, potencial desperdiciado.
Si en vez de en un manga estuviésemos en una novela romántica adulta, esta serie habría sido el primer libro de cuatro con cada chico como protagonista de uno de ellos. Esto no sólo habría permitido conocerlos más sino ampliar todo el mundo que ha creado pero no ha desarrollado.
Aunque la reseña me ha salido bastante negativa, lo cierto es que la lectura como tal ha sido agradable. Es lo que tiene sumergirte en una historia con el piloto automático sin pararte a pensar demasiado. Sin embargo, al terminarla y empezar a analizarla se van viendo los puntos débiles que tiene. Ninguno de ellos me parece horrible como para decir que no merece la pena la serie para, al menos, una lectura. Es mona, tiene algunos momentos tiernos e ideas interesantes, pero ni aprovecha todos aquellos hilos de los que podría tirar, ni desarrolla a los personajes, ni da un romance realmente creíble.
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