Y última obra de este especial por el 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, por lo que cierro con un broche de oro con una de las obras del conocido como "Dios del manga". A decir verdad, aún me quedan un par de obras que podría haber añadido, pero ya no más. Ha sido un viaje bastante duro por momentos, con historias que impactan y emocionan. También ha habido otras que me han resultado un tanto decepcionantes, pero de todas he sacado algo, con todas he ampliado mis básicos conocimientos de unos años terribles.
En cuanto a Adolf, la obra fue realizada entre 1982 y 1985, siendo uno de los últimos y más aclamados trabajos de Osamu Tezuka. Aquí, en España, hemos tenido unas pocas ediciones. Yo tengo la primera que se publicó entre 1999 y 2000, en cinco tomos, pero cada pocos años se ha reeditado en diferentes formatos, la más reciente de 2023 como cofre de dos tomos.
Argumento
Año 1983. Un japonés llamado Sohei Toge deja unas flores en una tumba con el símbolo de la Estrella de David. Ahora que esa persona ha fallecido, Sohei puede contar la historia de tres hombres que compartieron el mismo nombre. Por un lado, Adolf Kamil, judío residente en Japón. Por otro, Adolf Kaufmann, medio alemán, medio japonés, es amigo de Kamil a pesar de las órdenes de su padre. Por último, Adolf Hitler, líder de la Alemania nazi.
Todo empieza en el año 1936, durante las olimpiadas celebradas en Berlín, ya con Hitler en el poder. Allí hace de corresponsal Sohei, periodista y antiguo deportista universitario de renombre. Su hermano pequeño, que se encuentra residiendo en Alemania por estudios, le llama muy asustado diciendo que tiene unos documentos que pondrían fin al futuro político de Hitler... ¿y si aquél que odiaba a los judíos y provocó su masacre hubiese tenido sangre judía?
Reseña
No ha sido a propósito, pero no he podido cerrar el especial con una obra más adecuada y más redonda por todo lo que ahora iré desgranando. Ya os digo de entrada que es un imprescindible.
Osamu Tezuka hace un recorrido histórico que inicia en 1936 y acaba en 1983, es decir, de manera contemporánea con el momento de publicar esta obra. En lugar de centrarse estrictamente en los hechos, crea un thriller trepidante alrededor de unos documentos que probarían que Hitler tenía sangre judía. El autor aprovecha un vacío real existente en el árbol genealógico de aquél, pues nunca quedó claro quién fue su abuelo paterno y, entre algunas de las hipótesis menos probables, efectivamente se encontraba la de que el padre de Alois Hitler fuese un judío. Los documentos se convierten en pieza clave en la historia y se establecerá una lucha entre aquellos personajes que los quieren sacar a la luz y los miembros de la Gestapo nazi y la policía secreta japonesa que buscan ponerlos a seguro o destruirlos, asesinando a cualquiera que sepa algo.
Hay que reconocer que por mantener la tensión de los papeles activa hasta el mismo final se desaprovechan varias ocasiones de que viesen la luz de manera un tanto absurda. Del mismo modo, como cierto personaje dice durante la serie, en realidad sería poco probable que acabasen con Hitler y el nazismo, teniendo a un manipulador y propagandista como Goebbles capaz de sobra de vender que eso no eran más que difamaciones basadas en unos papeles falsificados o cualquier otra cosa. O que en caso de efectivamente llegar a derribar a Hitler, no hubiese otro que tomase el relevo y la Historia hubiese seguido su curso.
Al final, el hilo conductor de los documentos no deja de ser una excusa que va a servir para que, a medida que vamos siendo testigos de los hechos históricos que se van sucediendo, conozcamos una gran cantidad de personajes que se irán conectando entre sí, muchos ficticios pero algunos reales y relevantes para los sucesos de aquellos años. Con estos personajes iremos viendo las diferentes mentalidades e ideologías que existían por entonces: patriotismo, racismo, machismo... Lo cierto es que la obra resulta muy crítica con prácticamente todos los frentes, incluso haciendo autocrítica por la forma en que trataron los japoneses a los chinos de Manchuria. Quizás lo más desgarrador es ver la potente maquinaria de lavado de cerebro nazi capaz de convertir a niños en asesinos a sangre fría y sin moral. Todo por seguir los delirios de un Adolf Hitler que cada vez que aparece le vemos más enajenado. Aterrador resulta también el inicio, cuando éste da esos discursos que embelesaron a millones de personas que compraron su visión del mundo. No es muy distinto de lo que hoy en día podemos encontrar en algunos de los líderes mundiales.
Cabe decir también que hay que tener algo de estómago para leer esta obra. Osamu Tezuka no es muy explícito con lo que dibuja, pero tenemos violaciones, asesinatos y bombardeos. Por no hablar de lo duro que resulta ver el trato dado a los judíos o algunos procedimientos de tortura para sacar información. La mayoría de estas situaciones las realizan, claro, los malos, pero también hay algún momento en que los buenos recurren a ello mostrando lo que es capaz de hacer cualquiera por lograr su objetivo.
No todo en el manga es horrible en el sentido de ser testigos de la crueldad y miseria humana. También tenemos personajes con ideales nobles, gente normal que busca seguir con su día a día sin odio contra quienes no son idénticos a ellos, ya sea por raza o nacionalidad. Hay héroes que arriesgan su vida por hacer lo correcto y personajes grises más difíciles de categorizar. Quizás el punto más débil son algunos romances que introduce durante la historia, todos basados en flechazos, sin chispa ni emoción. Mención especial a Sohei, que por algún motivo el autor lo convierte en un rompecorazones con no pocas mujeres que se prendan de él.
Como es evidente, al abarcar tantos años, hay importantes saltos temporales. Especialmente grande es el dado al final que, acabada la Segunda Guerra Mundial, salta al conflicto entre Israel y Palestina. Ya ahí el autor habla de la horrible ironía de que una parte del pueblo masacrado por los nazis se haya vuelto verdugo de los palestinos y colonizador de sus tierras. Me pregunto qué diría el autor al ver que lo que dibujo en los '80 ha continuado pasando volviéndose el sionismo cada vez más violento y deshumanizador. Escuchas lo que dicen los sionistas en la actualidad de los palestinos y no ves grandes diferencias con lo que en este manga ves que los nazis decían de los judíos.
Al margen de todo esto, me temo que el dibujo no siempre acompaña. Por momentos, el estilo de Osamu Tezuka mete expresiones o poses de caricatura que desentonan con la seriedad e intensidad del resto de la obra. Por ejemplo, viñetas en que el personaje corre y parece un bailarín dando un salto con ambas piernas extendidas. Salvo por estos elementos, el dibujo cumple en darnos personajes diferentes y reconocibles y servir de soporte adecuado a lo narrado, pero a ojos actuales no deja de resultar un tanto desfasado. Si te acostumbras al estilo, esto no resultará ningún problema para disfrutar de la obra.
En definitiva, una obra realmente imprescindible por lo que cuenta y por cómo se conecta con el presente, incluso más de treinta años después de su final. Aunque la componente de thriller es la más destacada para la trama, durante la serie se van intercalando reflexiones que te pueden hacer dejar el tomo a un lado para digerirlas. Realmente, es una obra que cuando llegamos al final resulta muy triste y cruel, pero por eso mismo hace un retrato tan adecuado del mundo en el que vivimos desde hace más de un siglo.
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