miércoles, 5 de diciembre de 2018

Manos entrelazadas, de Miho Obana

Llevo una tanda de alternancia de reseñas de manga de "alguna cosa que tenía por casa sin leer" y una "relectura de alguna historia que recuerdo con cariño y que no tuvo reseña en su momento". Ahora sería el turno de un manga del segundo grupo y he optado por esta breve pero intensa obra de Miho Obana, una autora que, muy injustamente, ha sido olvidada. Un segundo motivo por el que la escogí es que me di cuenta, revisando la Cronología del shojo en España, que se cumplen 15 años de su publicación, que se dice pronto. 

De Miho Obana ya os había hablado por aquí pues rescaté la reseña para PSS de El juguete de los niños, su obra más emblemática y una auténtica joya. La serie que hoy reseño se puede considerar menor pero sólo a efectos de su longitud pues es una absoluta pasada todo lo que cuenta en tan poco espacio.

Argumento

A sus 17 años, Koh Nakano ha salido con varias chicas y en la actualidad tiene una novia llamada Taeko. Sin embargo, no ha podido olvidar a su primer amor, Yukako Mitsube, que desapareció repentinamente cuando asistían a sexto de primaria, justo el día que iban a tener su primera "cita". Ambos se conocieron dos años antes, cuando ella fue trasladada a la clase de Koh ya avanzado el curso. El padre de Yukako murió dejando endeudadas a su mujer e hija y por eso mismo tuvieron que marcharse de manera tan repentina, para huir de los acreedores. 

A pesar de todos sus problemas, antes de marcharse, Yukako era una niña lista, alegre, muy bonita y llena de vitalidad que consiguió enamorar a Koh hasta el punto que todas las chicas con las que ha salido tienen algo que le recuerdan a ella.

Seis años después de esa abrupta separación, con una despedida en una triste y breve nota por parte de Yukako, desde el momento en que a Koh le parece verla en la calle, no puede dejar de buscarla, vaya donde vaya. Finalmente la descubre robando comida y, después de perseguirla, acaba ayudándola a esconderse. Una vez a solas ella le reconoce y Koh se da cuenta de que la inocente niña de sus recuerdos se ha convertido en una joven delgada hasta los huesos y que nada parece conservar de su dulzura y alegría infantil. Yukako vuelve a vivir en el barrio y Koh toma la decisión de ayudarla para que vuelva a ser la misma de antes o, al menos, que no necesite robar para subsistir. 

El día siguiente a su encuentro, Koh prepara comida para llevársela a su casa cuando se cruza con Taeko, a quien no puede ocultarle lo que sucede y le dice de romper, algo que ella no acepta con buena cara. Solucionado esto se podría pensar que ya nada se interpone entre su amor de la infancia y Koh pero su sorpresa llegará cuando descubra que Yukako comparte piso con Haruki, un hombre muy atractivo que, según ella, es "su tutor... o su dueño".

Reseña

Para quien controle un poco el tema de las revistas japonesas, esos tochos con periodicidades varias donde se publica un capítulo de cada serie de las diversas mangakas de la plantilla, seguro que conoce la Ribon, revista mítica donde las haya. Su demografía son las niñas de 12 a 15 años por lo que se espera que en sus páginas las historias puedan llegar a tocar algún tema espinoso pero sin pasarse. Pues Miho Obana se pasa veinte pueblos. Al menos en su obra cumbre los protagonistas tenían una edad similar a la de las lectoras, pero aquí tenemos a una pareja de 17 años que más bien parecen veinteañeros, tanto físicamente como por madurez. Más que un shojo de corte infantil, esta serie parece un josei.

Otro punto interesante es que el protagonismo principal recaiga sobre el chico. No es algo totalmente inusual, pero sí que es poco común (algunos ejemplos que he reseñado: Nieve en verano, Flock of angels, Venga, déjate querer o ¡No hace falta!). Si la mayoría de quienes leen shojo son chicas, lo normal es que sea una chica quien tenga el mayor protagonismo. Sin embargo, aquí la autora opta por seguir a Koh para que los misterios alrededor de Yukako y la dura vida que ha llevado esos años de separación se vayan conociendo poco a poco.

Decía más arriba que los protagonistas parecen veinteañeros y es una impresión que se refuerza al no haber casi ninguna escena de instituto aunque Koh asiste al mismo. La única que hay sólo cumple la función de hacer una comparativa entre chicas que disfrutan de su juventud sin grandes preocupaciones y una Yukako que tan mal lo ha pasado. Curiosamente son espacios laborales (el bar que regenta Yoh, el hermano mayor de Koh, heredado de su padre y sobre el que viven o el restaurante en que trabaja Koh) donde se sitúa la mayor parte de la acción, lo que refuerza esa sensación de serie adulta y no juvenil.

El núcleo de la historia es la evolución de Yukako, una chica que nunca lo ha tenido fácil y ha perdido la esperanza en llegar a ser feliz. Todo el peso de la obra recae en ella y en las duras situaciones por las que ha pasado. No obstante, es una chica fuerte que no se rinde y se esfuerza en sobrevivir un día más. Es imposible que no nos toque el corazoncito cuando cuenta su sueño, algo tan sencillo que la mayoría damos casi por garantizado.

En el género de las historias románticas, tengan el formato que tengan, lo habitual suele ser que, en caso de haber un personaje "roto", sea el chico y es la ayuda de la chica aquello que le devuelve las ganas de seguir adelante. Aquí los papeles están invertidos y será Koh, con su perseverancia y su amor incondicional, el que ayude a Yukako a volver a ser como era antes, aunque para ello ponga en riesgo su propio sueño. Resulta enternecedor cómo consigue derribar poco a poco las barreras que la chica ha construido para defenderse del cruel mundo. El problema es que no está acostumbrada a la felicidad y teme que se desmorone lo que consigue.

Siendo una historia tan breve, el peso de los personajes secundarios está muy limitado. Yoh apenas pasa de ser un personaje de apoyo y Taeko nunca llega a ser una auténtica rival amorosa porque Koh tiene muy claro a quién quiere y ella misma lo sabe, aunque no puede evitar que surja una rabia y unos sentimientos de los que ni era consciente. Interesante y madura evolución la suya.

La figura más importante entre los personajes secundarios es Haruki, un hombre seco y misterioso, de mirada triste, del que es imposible saber qué tiene en mente. Sus aportaciones serán puntuales pero constantes y muy relevantes en algunos casos. 

A pesar de la dureza de la trama, la autora es Miho Obana y eso significa que en la obra vais a encontrar momentos puntuales de humor absurdo para aliviar la tensión. Dicho rol lo cumple aquí Patrás, el curioso perro de Koh. También hay menciones cómicas de los personajes a la autora o a la Ribon y algún gag con la ceguera absoluta de Yoh al quitarse las gafas. Sin embargo, en comparación con El juguete de los niños, estos momentos están muy contados lo que se agradece pues un exceso se podría haber cargado la serie.

En cuanto a las historias cortas, hay una por cada tomo. Felicidad ilimitada se centra en la relación de Yuki, muy guapa pero extremadamente despistada, y Keichi. Un día, una chica llamada Hitomi le pide llorando que le deje salir con Keichi durante una semana. Sin ser ninguna maravilla, está bien llevada y tiene su puntillo de emoción. La curiosa personalidad de la protagonista y la relación que forma con un taxista que siempre la recoge son sus puntos fuertes.

Por su parte, en Una historia de amor, Chiaru está muy triste porque su profesor ha rechazado los bombones que le quería regalar por san Valentín y, cuando está a punto de tirarlos, se encuentra con un chico con gafas de sol puestas, siendo ya de noche, que le dice que en vez de desperdiciarlos, se los de a él ya que también ha sufrido un desamor ese día. Una historia anodina y totalmente olvidable. Da un poco de pena cerrar el segundo y último tomo con algo bastante mediocre en comparación con la historia principal.

Hay que reconocer que el punto débil de la obra es el dibujo de la autora, que aún está muy verde en esta serie (y todavía más en las historias extras). Sus personajes son tan esbeltos que están al nivel siguiente de la mera delgadez. En los primeros planos consigue buenas expresiones pero a la que se aleja se notan desproporciones y cosas raras. 

Poco más puedo añadir. Manos entrelazadas es una pequeña joya muy madura para lo que solía llegar cuando se publicó. Breve pero intensa, seguro que os emocionará la evolución de Yukako y la ternura de Koh.

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